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La 'contra' anuncia que no dejará las armas hasta que no se retire a los jefes del Ejercito sandinista

Antonio Caño

ENVIADO ESPECIALLa contra nicaragüense ha anunciado, tras la firma del acuerdo de alto el fuego, que no entregará las armas hasta que no hayan sido retirados de sus puestos los principales jefes del Ejército Popular Sandinista (EPS). El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, por su parte, advirtió que el que quiera hacer rodar las cabezas de los sandinistas provocará una guerra civil y amenazó con hacer uso de la fuerza militar si la contra viola el acuerdo alcanzado el pasado jueves, que le obliga a desmovilizarse antes del 10 de junio próximo.

Lejos de eliminar a la contra, para lo que ha servido por el momento el acuerdo firmado el jueves en Managua es para cambiar el santuario del que antes disponía la Resistencia Nicaraguense (RN) en Honduras por cinco nuevos santuarios en el interior de Nicaragua. Los cerca de 10.000 miembros de la contra pasarán ahora a establecerse en cinco amplias zonas del norte y centro de] país donde permanecerán armados, libres de los ataques del Ejército y alimentados y protegidos por las fuerzas de paz de las Naciones Unidas (ONUCA)."Si los sandinistas no dejan sus cargos en el Ejército nadie nos va a sacar de estas cinco zonas, ni Obando, ni ONUCA ni nadie", declaró ayer Arístides Sánchez, uno de los dirigentes de la contra que participó en las negociaciones de Managua. Sánchez explicó que los contras se mueven actualmente con absoluta libertad por todo el norte del país y que si no ocupan ciudades importantes, como Estelí, es "porque no tienen órdenes de hacerlo o por que no hay por qué".

Pacto político

Oscar Sovalbarro, comandante Rubén, jefe del grupo negociador de RN, declaró que la ONUCA no tiene capacidad para impedir que las tropas de la contra salgan de las cinco zonas en el momento en que deseen hacerlo, reiteró que "si Ortega y los demás sandinistas" no abandonan el Ejército la contra no se desmovilizará el 10 de junio y advirtió que "en el caso de que el EPS ataque las zonas de asentamiento será la guerra civil".

La continuación en sus puestos de la mayoría de los actuales mandos del EPS fue pactada el mes pasado por los Gobiernos entrante y saliente dentro de los acuerdos de transición. Incluso se especula todavía con la posibilidad de que Humberto Ortega, aunque deje el Ministerio de Defensa, mantenga su rango de general y la jefatura de las fuerzas armadas El presidente Ortega se refirió el jueves a la necesidad de que el pacto de transición sea estrictamente cumplido y advirtió que "si quieren hacer rodar las cabezas de los sandinistas provocarán una guerra civil porque los sandinistas no lo admitirían". "Vamos a seguir defendiendo este proceso democrático-revolucionario después del 25 de abril con toda la fuerza de siempre, con la misma confianza en el grito de ¡patria libre o morir!".

En un discurso televisado al país para explicar el acuerdo, el presidente Ortega reconoció que "muchos tienen desconfianza de que este compromiso se vaya a cumplir", pero aseguró que el Ejército está preparado para hacer que se cumpla. "Todos los nicaragüenses", dijo, "sin distingos políticos, tenemos una institución unida, heroica, que se llama EPS y que tiene la fuerza suficiente para salir al paso de cualquier violación de este acuerdo".

Ortega recordó que "el pueblo sigue armado para defenderse de la contra" y anunció que lo seguirá estando hasta que los combatientes de RN entreguen sus armas. El presidente nicaragüense apeló a la unidad nacional para forzar a la contra a que se desmovilice y para demostrar su voluntad de colaboración con el próximo Gobierno hizo un llamamiento a que cesen las huelgas que afectan actualmente a los principales servicios públicos.

Ortega explicó que la propuesta de extender el plazo de desmovilización de la contra desde el 25 de abril al 10 de junio fue presentada por los representantes de la ONUCA pero que tanto Humberto Ortega como el representante del Gobierno entrante, Antonio Lacayo, querían alargar el plazo sólo cinco días más. En todo caso, el acuerdo es una victoria política para la contra, que no sólo cumple con su objetivo de no entregarle las armas a un Gobierno sandinista sino que crea una situación nueva y mucho más explosiva por la presencia en el interior de Nicaragua del mayor número de contras desde el comienzo de la guerra.

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