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FERIA DE SEVILLA

La competencia

A la fiesta de los toros le sienta bien la competencia. Cuando el domingo hacían el paseíllo en La Maestranza Espartaco y Roberto Domínguez había un ambiente de derby futbolístico. Hasta la lluvia contribuía a tal estampa. La competencia en los toros nunca fue así. En el fútbol no cabe duda que compiten dos para que gane uno. En la plaza, todos los que se visten de torero, compiten entre sí, incluidos los de plata. Más dudoso es si los del castoreño tienen ese acicate. A Espartaco le quisieron poner enfrente a Joselito. Espartaco ni aceptó ni rehuyó el reto. Siguió toreando y cortando orejas, alternara con Joselito o con Chiquito de Aldeavieja, ya fuera en las Ventas o en San Feliú de Guixols. Ahora quieren enfrentarlo con Roberto Domínguez. O mejor, Roberto Domínguez quiere enfrentarse a Espartaco. Y para ello le ha retado a un mano a mano, donde quiera y como quiera. Si Espartaco accediera, mañana le estaban retando Fernando Cepeda y Emilio Muñoz, y hasta John Fulton. Recuerdan estos retos a las campañas electorales. Los líderes políticos quieren un debate con Felipe González. Naturalmente, el que está en el machito no suele acceder. Espartaco, que sepamos, no ha vetado a nadie, práctica perversa muy en boga entre las figuras de determinadas épocas.Al margen de esas consideraciones de estrategia, no parece que el toreo de Espartaco y Roberto Domínguez, tenga suficientes contrastes para que surja naturalmente la competencia. Ambos son toreros de los llamados dominadores. Las competencias, históricamente, se han producido entre figuras con concepciones del toreo diferentes. Así Lagartijo representaba la elegancia y Frascuelo el valor. Joselito la ciencia y Belmonte la emoción dramática. Manolete estuvo solo, aunque Luis Miguel y Arruza trataran de inquietarle. Más solo estuvo en la cumbre El Cordobés. A Espartaco no se le puede oponer otro torero poderoso, pues con sus mismas armas será difícil que le ganen la pelea. La competencia a Espartaco sólo se la puede hacer un torero de arte. Sólo el duende, el pellizco, pueden ensombrecer su actual poderío. La afición sevillana desearía un sucesor de Curro, y se había fijado en Julio Aparicio. Pero todos los síntomas apuntan a que Aparicio, la herencia la acepta a beneficio de inventario.

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