El santo se va a los pueblos
Varias localidades de la Comunidad de Madrid celebraron también la festividad
La capital del Reino vivió ayer su fiesta mayor, pero varios pueblos de la Comunidad celebraron también la festividad de San Isidro. En algunos municipios, como en Algete, se recuperaron tradiciones campesinas con la organización de un concurso de tractoristas Mientras tanto, más de 5.000 vecinos de Coslada pugnaron a brazo partido por repartirse una descomunal tarta de bizcocho, nata y chocolate de 1.000 kilos de peso y 20 metros longitud.La villa de Algete celebró por primera vez al santo labrador. El Ayuntamiento decidió reemplazar uno de los días festivos de la localidad, que tradicionalmente se fijaba en la segunda quincena de septiembre, por el 15 de mayo.
Aunque Algete cuenta con sólo medio centenar de agricultores, ayer se desarrolló en la plaza de toros un concurso de habilidad en el manejo de tractor con remolque. Sólo cuatro de los 12 conductores inscritos consiguieron terminar la prueba: una vuelta al ruedo seguida de maniobra para sacar el tractor con su remolque por la puerta grande de la plaza. Claro que había que hacerlo marcha atrás.
El jurado otorgó el primer premio a Julio Calvo, vecino de Algete, que invirtió en el recorrido 4m 55s. El público, que protestó por la concesión del trofeo, aplaudió, sin embargo, a Juan de Mesa, un joven de 25 años de la vecina localidad de Cobeña, a quien muchos calificaron de "ganador moral" a la hora de "dominar tractor y remolque", según los entendidos.
Picadillo
Más madrugadores fueron los 300 socios de la Casa de Extremadura de Alcobendas. A las siete de la mañana comenzaron los preparativos para cocinar un Picadillo con la carne especiada de ocho cerdos en el pinar de San
Isidro de esa localidad. A mediodía, más de 2.000 personas todavía esperaban pacientemente para degustar el guiso.
En Coslada, ya entrada la tarde, se mezclaron los actos solemnes de la inauguración de la plaza Mayor con la preparación de una gigantesca tarta de 1.000 kilos de peso. El dulce, que atraía la atención de los más golosos, sirvió para adornar la cara de alguno de los asistentes.
La posibilidad de degustar la tarta, extendida en una mesa que sobrepasaba los 20 metros de longitud, se convirtió en una auténtica aventura. Más de 5.000 personas pugnaron por repartise un pedazo del pastel de bizcocho, nata, chocolate y flores de mazapán que había costado 1.200.000 pesetas.
Protección Civil tuvo que esforzarse por contener los ímpetus de la masa, que provocaron mareos y desvanecimientos, ante la noticia de que no había tarta para todos.
En estas fiestas, los habitantes de San Fernando de Henares, separados por una sola calle de Coslada, pudieron ver de cerca la celebración de San Isidro, que sí celebraban sus vecinos.
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