El eterno director
El nuevo presidente de Iberia completará la renovación de la flota
Miguel Aguiló asumió el miércoles la presidencia de las compañías aéreas Iberia y Aviaco. Ambas empresas del grupo INI celebraron junta general de accionistas en las que se despidió Narcís Andreu, responsable durante cinco años de las compañías. Aguiló ha ocupado hasta la fecha la presidencia de la división naval del INI y tiene como principal tarea completar la renovación de la flota de Iberia. El nuevo presidente afirma que no le gusta hablar de sí mismo y, al hacerlo, medita prudentemente sus palabras.
Miguel Aguiló, flamante presidente de las compañías Iberia y Aviaco, que el año pasado consiguieron respectivamente 6.215 y 2.247 millones de pesetas de beneficios, no oculta que no le agrada hablar de sí mismo. Poco antes del nombramientop oficial pero ya conocida la noticia del recambio, Aguiló daba la impresión, en el amplio despacho de la madrileña calle Padilla desde el que ha dirigido en los últimos tres años los astilleros públicos de estar un poco fuera de lugar.La forma en la que medita las respuestas y la reserva con la que recibe las preguntas, revelan experiencias bien aprovechadas en cuestión de prudencia y un carácter curtido en negociaciones que, en el caso de las referidas al sector naval y su reconversión, fueron más que duras. No en vano, el nuevo presidente de la compañía Iberia ha sido director de algo desde los 25 años en empresas privadas y públicas (fue consejero y responsable del Canal de Isabel II durante cuatro años).
Madrileño y miembro del PSOE desde el año 1983, el sustituto de Narcís Andreu accede a su nuevo cargo desde su puesto de director de la División de Construcción Naval del Instituto Nacional de Industria (INI). Su nombre sonó con fuerza de Bilbao a Puerto Real (Cádiz) a partir de 1987 mezclado con denuestos y con frases de esperanza, según las ocasiones. Eran momentos en que los 25.000 trabajadores del sector naval afectados por la reconversión defendían su puesto de trabajo con uñas, dientes, piedras y tirachinas, en uno de los peores episodios de la reconversión industrial en España.
Bailar con la más fea
Lo mismo en los comedores de Euskalduna, la factoría de Astilleros Españoles ubicada en pleno corazón de Bilbao que en las instalaciones navales de Puerto Real (Cádiz), Aguiló -presidente en aquellos momentos de Astilleros Españoles y Astilleros y Talleres del Noroeste-, bailó con la más fea y, a tenor de los resultados obtenidos, consiguió salir relativamente airoso de la prueba.De aquella época, el nuevo presidente de Iberia, recuerda las interminables reuniones con sindicatos y Administración y una cifra, 40.000 millones de pesetas, equivalente a las pérdidas de los astilleros públicos cuando afron tó la tarea de encarrilar su actividad. En los libros, los números rojos han pasado de 40.000 a 25.000 millones de pesetas.
En un Aguiló pausado y suave en el decir, es fácil descubrir un cierto tono docente, consecuencia de los años dedicados a la enseñanza en la Escuela de Inge nieros.
Se define a sí mismo como un hombre a tono con la época, culturalmente de izquierdas, tradicional y conocedor de las personas.
Practicante del esquí durante 30 de sus 45 años, incapaz de ver cine en televisión y amante de la música clásica, asegura que sabe de aviones lo que cualquier ejecutivo usuario del puente aéreo Con cierto pudor, admite ser un "profesional con ideas políticas" y no titubea al afirmar que el país "vive momentos excepcionales en los que por primera vez se hace política de Estado", al tiempo que considera un lamentable paréntesis los últimos acontecimientos en la esfera política.
Miguel Aguiló puede ser tesfigo privilegiado, y lo sabe, de la revolución del transporte aéreo en Europa, aunque se cura en salud al matizar que en cuestión de empresas puede suceder lo mismo que en cuestión de lenguas: la única alternativa de lengua común y única, en un esfuerzo loable pero atemporal, se ha quedado desgajada de la realidad.
El doctor ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y economista, tiene a gala dejar amigos allí por donde pasa. Muy preocupado por marcar la diferencia entre ser amigo de y ser de la cuerda de denota cierta incomodidad a la hora de mencionar algunas de las amistades que mantiene en la esfera de lo público.
De su paso por la división naval del INI y por las mesas de negociación de la reconversión recuerda al actual ministro del Interior, José Luis Corcuera, y al responsable de asuntos económicos del PSOE, Francisco Fernández Marugán, el tándem que desde el partido negoció la reconversión.
Grandes amigos
Quizá por prudencia, elude mencionar a otro de sus grandes amigos, el actual ministro de Industria Claudio Aranzadi, ex presidente del INI.Considera su nombramiento como un reto profesional y asegura que escuchó el ofrecimiento "en el despacho de la persona que debía comunicármelo", sin aclarar si fue en el del ministro de Industria y Energía, o en el de su inmediato superior en el Instituto Nacional de Industria, el catalán Jorge Mercader.
Quienes le conocen aseguran que es firme en la negociación y amante de los buenos acabados. Para ello, conflia más en los equipos que en la brillantez de las individualidades. Sólo reconoce un defecto en su personalidad, ser tan exigente con los demás como consigo mismo. Con el leiv motiv de "trabajo, trabajo", explica su trayectoria profesional con una mezcla de satisfacción y modestia. En 1974 acabó con la carrera de ingeniero y con su soltería. Un profesor fichó al estudiante para el puesto de director ténico en una empresa de prefabricados para la construcción en la que permaneció a lo largo de más de una década.
Aguiló no recuerda el primer sueldo que percibió pero sí la satisfacción con la que impartió en la Escuela de Caminos una asignatura de curioso nombre, Ingeniería y Paisaje, en la cátedra de Estética e Historia de la Ingeniería, en la que volcó su sensibilidad y preocupación por los problemas medioambientales.
Consejero en 1983 del Canal de Isabel II, la empresa pública más antigua de España dependiente de la Comunidad de Madrid, demostró su preocupación por el medio ambiente y su capacidad de gestión a lo largo de tres años y medio en los que consi guió hacer pasar a la empresa del rojo al negro, o lo que es lo mismo, de unas pérdidas de 2.500 millones de pesetas a una cuenta positiva de 4.000.
Al nuevo responsable de Ibería, al eterno director, tanto o más que contemplar cine por televisión, le molesta la conversión de los empresarios, privados o públicos en vedettes sociales.
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