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Tribuna:EL CONFLICTO DE ORIENTE PRÓXIMO
Tribuna
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Sin miedo hacia la paz

Para el autor del artículo, dos años después de la iniciativa de paz palestina, ni EE UU, ni Europa pese a sus buenos propósitos, han conseguido variar la posición de intransigencia israelí frente a la ocupación de Cisjordania y Gaza, y considera que el nuevo Gobierno de Isaac Shamir está formado para la guerra.

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Para finales de otoño, la iniciativa de paz palestina cumplirá dos años, especialmente largos para el pueblo palestino, que es el que lo ha seguido y seguirá sufriendo los horrores de la ocupación.En este tiempo, la nación árabe ha seguido buscando sus raíces y su historia para reconstruir y recuperar su unidad, sin poder dar un mayor apoyo al pueblo palestino y a su Intifada tal como hicieron los pueblos europeos en la II Guerra Mundial, cuando se unieron frente a la ocupación. Estados Unidos, que iza la bandera por la libertad, por la democracia y por los derechos humanos, no ha sabido reaccionar ante la iniciativa de paz palestina, e incluso ha utilizado un pretexto futil para romper el diálogo con la OLP.

Europa, con una mayor sensibilidad, ha trabajado infatigablemente por la paz, pero sin conseguir resultados prácticos. Y, finalmente, en Israel cae un Gobierno para formarse otro. Podría pensarse que durante el tiempo transcurrido entre la caída de aquel Gobierno y el nuevo ha existido un vacío de poder. Pero sólo ha sido así en apariencia. La realidad es que se sigue aplicando la política de asentamientos y de represión.

Este Gobierno está hecho para la guerra, y éstas son sus líneas generales:

- No a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

-No a la autodeterminación de¡ pueblo palestino.

- No al diálogo.

- Sí a la ocupación y a la política de colonización.

- Sí al fortalecimiento de su Ejército.

Éste es el panorama de hoy.

El tiempo pasa y no se vislumbra una solución en un futuro cercano. La situación se complica, no sólo con la creación de un nuevo Gobierno de guerra en Israel, sino con la llegada de los nuevos colonos a nuestra tierra, los judíos soviéticos. La historia y el desafío ante la comunidad internacional se repite de nuevo.

La solución pacífica

Con la iniciativa de paz presentada por el pueblo palestino queda la esperanza de alcanzar una solución pacífica, ya que la opinión oficial y pública internacional no es la misma que cuando se perdieron las oportunidades de paz a lo largo de casi 40 años.

Los primeros colonos llegados a Palestina comprobaron que su proyecto colonialista y de asentamientos no contaría con el consentimiento de los moradores legítimos de esa tierra. La única alternativa era la imposición de dicho proyecto por la fuerza.

David Ben Gurión se refirió en alguna ocasión a la paz, sin hacer referencia a una paz basada en la anulación de las bases del conflicto. De lo que sí habló fue de posponer el momento de la solución. En 1949 los árabes asistieron a las negociaciones de paz en Lausana (Suiza) para exponer a los israelíes su disposición a aceptar las fronteras establecidas en la partición de Palestina, en 1947, a cambio de acuerdos de paz definitivos. En aquel entonces, era el núcleo de las reivindicaciones israelíes antes de la guerra. La respuesta israelí fue de total rechazo. Acto seguido, el representante de Estados Unidos en estas negociaciones envió un escrito al presidente norteamericano, Harry Truman, en el que le informaba de que Israel se proponía construir su futuro basándose en su seguridad militar, lo que suponía perder la oportunidad de alcanzar un acuerdo de paz.

Para Israel, posponer la paz era el único camino que haría posible cambiar la realidad sobre el terreno y, por consiguiente, impondría una política de hechos consumados a los árabes. Ben Gurion señaló más de una vez que no tenía ninguna prisa en firmar acuerdos de paz con los árabes, ya que no recibían presiones por parte de nadie para hacerlo.

Hoy, tras aproximadamente tres años del comienzo de la Intifada popular palestina, podemos ver cómo en Israel la opinión pública, las fuerzas políticas organizadas y la clase dirigente están todavía muy lejos de percibir los cambios internos e internacionales acaecidos a raíz del levantamiento.

Exceptuando una corriente minoritaria, pero en aumento, que ha surgido en los últimos años, Israel da la espalda a todos los proyectos de paz que le son presentados hoy día y que, en el pasado, se consideraban condiciones necesarias para lograr la paz. Esto se repitió a lo largo de toda la literatura política israelí.

Durante muchos años Israel ha responsabilizado a los árabes del fracaso en la consecución de la paz, alegando que los árabes rechazaban la existencia de Israel. Cuando los árabes rechazaron el proyecto de partición, la población palestina poseía de forma legal y legítima el 95% de las tierras de Palestina. Se les exigía, según este proyecto, que abandonaran más de la mitad de su territorio para así poder entregarlo a colonos extranjeros. Pero cuando los árabes sí aceptaron este proyecto, tras la guerra de 1948, Israel lo rechazó, aferrándose a sus nuevas conquistas. Con la guerra de 1967, los Estados árabes aceptaron las fronteras de 1949, pero hasta hoy la respuesta israelí es de rechazo y sigue sin admitir su retirada de los territorios conquistados en 1967, tal y como le insta la Organización de las Naciones Unidas a través de sus resoluciones 242, 338 y 3236.

Para lograr la paz hay que estar convencido de que se quiere. Es patente que la mayoría de los israelíes no ve la paz necesaria mientras tenga un Estado con la suficiente fuerza como para garantizar su seguridad y mantener las conquistas de las guerras anteriores.

La paz representa para ellos, políticamente hablando, un artículo de lujo, y no les merece la pena pagar tan alto precio para conseguirla, sobre todo si este precio implica la retirada de grandes extensiones territoriales que garantizan su seguridad. Para la dirección israelí, "la paz es una operación con un coste elevado".

Para la sociedad israelí, la guerra es un estado natural, y sabe bien las estrategias a seguir para ganarla, pero en cambio tiene miedo a la paz porque desde el comienzo de la ocupación colonialista israelí de Palestina la ha ignorado y, por tanto, la desconoce.

Por ello, vive en un ambiente de conflicto permanente. La sociedad israelí ha construido su infraestructura económica y social conforme a las exigencias del conflicto procedentes del exterior.

La cultura política se compone de cinco elementos: tensión, fuerza, seguridad, enemigo y peculiaridad del hecho religioso dominante. No es de extrañar que la dirección israelí esté constantemente haciendo referencia al peligro procedente del exterior, típico de los regímenes autoritarios y militaristas.

La posibilidad de entrar en guerra con ese entorno es una norma social vital empleada por su dirección por medio de la educación, la cultura y la propaganda, con la finalidad de crear una mayor cohesión social siempre que se agudizan los conflictos sociales.

La sociedad israelí se ha amoldado psicológica, política y económicamente a esta situación, y la paz llevaría consigo tener que amoldarse a una nueva situación.

Nuestra iniciativa de paz, presentada al mundo por el presidente palestino, Yasir Arafat, en el 19º Consejo Nacional Palestino, el 15 de noviembre de 1988, y antes de la Asamblea General de las Naciones Unidas, semanas después, hizo que la comunidad internacional, en su casi totalidad, se pronunciase respecto a la operación de paz en Oriente Próximo.

Los países europeos, asiáticos, africanos y latinoamericanos aplaudieron esta iniciativa.

Una vez más, Isaac Shamir rechaza la iniciativa de paz palestina, a la vez que rechaza los 10 puntos de Egipto y el Plan Baker. Da la espalda a la paz y a la legalidad internacional formando un Gobierno de extrema derecha que promete más represión en los territorios ocupados.

A pesar de que nuestro pueblo esté preparado para la embestida, la comunidad internacional y Europa en particular no pueden quedarse al margen y dejarnos solos ante una situación tan peligrosa y temible.

En la I Guerra Mundial luchamos por nuestra independencia junto a los europeos. En la segunda, también lo hicimos por la libertad y la democracia. El pueblo palestino sigue aferrado a la consecución de la paz mediante una conferencia de paz internacional en los términos ya fijados por las Naciones Unidas y por la Comunidad Europea.

Nosotros, a través de nuestro único y legítimo representante, la OLP, ofrecemos y aceptamos una solución pacífica que logre una paz justa y duradera en todo el Próximo Oriente, con la esperanza de que la sociedad israelí, sin miedos ni complejos, dé un paso sincero encaminado hacia la paz.

es representante adjunto de la OLP en España.

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