Las colonias y los errores del pasado
En el suplemento Temas de nuestra época publicado por EL PAÍS, en su edición del día 9 de agosto, hay varios artículos bajo el lema Liberar Ceuta y Melilla. De los seis artículos hay que destacar, por su fondo humano y sentimental, el de Eduardo Haro Tecglen y el de Juan Goytisolo, pero todos son merecedores de la atención de quienes han conocido las plazas, de los que están vinculados a ellas por razones materiales o sentimentales, o de los que han padecido la indiferencia de los representantes del Estado en casos históricos parecidos.No es cosa de esconder la cabeza bajo la tierra como el avestruz ni de pensar en inmolaciones numantinas, porque nuestra debilidad y sensatez no permiten arrogancias semejantes a las Malvinas. Las naciones modernas resuelven estos problemas alrededor de una mesa y juegan sus cartas con habilidad, valorando lo que puede ofrecer cada una de las partes, y en este caso España puede ofrecer mucho más que su interlocutor, lo que permite esperar una negociación honrosa.
La historia moderna de la descolonización africana por el Estado español representa una mancha en nuestra política exterior: ahí están el Sáhara, con las reivindicaciones de los saharauis, y Guinea, con el trato de ignominia que los representantes del Estado español aplicaron y siguen aplicando a los residentes españoles evacuados.
En su artículo, sin embargo, Pablo Castellano, que trata de forma descarnada el fondo de los interese! electoralistas que mueven al Gobierno en un asunto de Estado y de trascendencia histórica, no olvida a los residentes españoles en las dos plazas, quizá porque conoe la situación de otros españoles abandonados a su suerte, situación que pudo evitarse si no se hubiera improvisado precipitadamente sin reflexionar.
La imagen que ofrece en su artículo sobre la chulería del militar golpeando con su fusta la caña de su bo contrasta con nuestra tolerancia a la chulería del militar británico paseando con aire marcial por las calles de la colonia, sin botas de caña, con pantalón largo y con la fusta o el bastoncillo bajo el brazo izquierdo. En este caso el ciudadano británico de la Roca, o de otra posesión de la Corona, se sabe protegido por su política exterior y por el militar, si llegara el caso. Sabe, también, que la solución a su problema siempre será digna.
Es de esperar que nuestro Gobierno reflexione con vistas al futuro y corrija los errores del pasado.-
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