Legionarios y 'paracas', los más desertores
El Voluntariado Especial permite hacer el servicio militar percibiendo un sueldo y recibiendo una formación. Fue creado en 1986 y nació con la pretensión, según el comandante Ricardo Pardo Camacho, responsable de recluta miento de que, "al reducir la mili a un año, poder cubrir de terminados puestos con gente que esté más tiempo". Los voluntarios especiales están en filas desde 18 meses a tres años y pueden permanecer hasta ocho años, pasando a ser tropa profesional. Un 31 % se reengancha.Existen dos modalidades de voluntariado especial: la A, de 18 meses, para la Guardia Real, la Legión o la Brigada Paraciadista, entre otros. La modalidad B, de una duración de dos y tres años, incluye plazas en los tres ejércitos, básicamente de especialistas. Entre ellos están los favoritos en las peticiones de destino: carpinteros, electricistas, montadores y similares.
Además de tener entre 17 y 23 años, los aspirantes deben poseer el graduado escolar. Tras la presentación de una instancia en la que piden el destino, los aspirantes deben pasar unas pruebas de aptitud.Tras dos meses de formación, el voluntario firma el denominado compromiso de permanencia en las FF AA y empieza a percibir 47.217 pesetas. El segundo año la asignación se ve aumentada.
Régimen de disciplina
Junto con el voluntariado especial figura el voluntariado ordinario, constituido por 14.720 hombres. Esta cifra contrasta con la de los soldados de la mili obligatoria, que son 215.589.
La última memoria del fiscal general del Estado recoge datos sobre la deserción, el delito militar más frecuente, indicando que el número principal de desertores se da entre las unidades operativas, "en las que el soldado está sometido en un régimen estricto de disciplina a unas notorias exigencias físicas".
La Brigada Paracaidista, por ejemplo, se nutre casi en su totalidad de voluntarios especiales: 3.400 de sus 3.800 hombres, según datos de Defensa. Este departamento reconoce que el 63% de todos los desertores provienen del voluntariado. El 61% de los desertores pertenece a unidades éspeciales, fundamentalmente legionarios y paracaidistas. Se trata de personas de clase económica baja que alegaban problemas socioeconómicos de la familia (25%) o dificultades con el mando (13 %), según un e studio de la deserción elaborado por Santiago Ortiz y Juan Carlos de Felipe.
En 1988 se produjo un suicidio entre el voluntariado especial, frente a los nueve que se registraron en el voluntariado normal y los 18 en la mili ordinaria. En 1989 se suicidaron dos voluntarios especiales, ningún voluntario ordinario y 15 soldados que cumplían el servicio militar. Si se toma como referencia el último año, la tasa de suicidios en el voluntariado especial sería superior a la de la mili normal, 0,0088 por ciento frente a 0,0069.
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