La campaña vasca destacó por la moderación de los partidos
Un total de 1.689.929 ciudadanos han sido convocados para votar en las cuartas elecciones autonómicas que se celebran hoy en el País Vasco. De ellos, casi un millón corresponde a Vizcaya, más de 500.000 a Guipúzcoa y 200.000 a Álava, aunque las tres provincias cuentan con el mismo número de parlamentarios a la Cámara de Vitoria: 25 representantes. La Policía Municipal y 2.232 ertzainas vigilarán la seguridad de una jornada que pone fin a la campaña electoral más moderada de la reciente historia del País Vasco.Después de que Iñaki Esnaola, cabeza de lista de Herri Batasuna por Guipúzcoa, anunciara el domingo pasado en el velódromo de Anoeta, en San Sebastián, que HB está dispuesta a entrar en el Gobierno vasco y a contribuir a eliminar el "componente violento del fenómeno", en Euskadi no se produjo conmoción alguna. Como siempre, los asistentes acogieron su discurso con el gora con el que acaban los mítines abertzales y que en castellano dice "¡Viva ETA Militar!". Lo que le dijeron a Esnaola los partidos restantes fue que, si se eliminara ese grito y lo que supone, se podría empezar a hablar.
Ha sido una campaña pacífica que además ha versado sobre la paz y ha abierto la esperanza de que el final de la violencia está a la vuelta de la esquina, a pesar de que se han colocado dos bombas en esta quincena; una, situada en un barrio donostiarra rodeado de colegios, pudo causar una conmoción incalculable. Antes de un mitin se le preguntó a Jon Idigoras, dirigente de HB, qué hubiera pasado en la campaña si esa bomba hubiera estallado. "No tengo ni idea" fue la respuesta del líder abertzale.
Terrorismo, palabra opaca
Así que ha sido para todos una campaña pacífica, pero la paz en Euskadi pende de un hilo y ese hilo suele estar conectado a una bomba aleatoria.
A lo largo de esta quincena de discursos políticos, el terrorismo ha sido una palabra opaca, como si se hubiera alejado, y el propio olvido de la palabra y la insistencia en la "normalización" a la que camina Euskadi han parecido conjurar el efecto que la amenaza de la violencia ha tenido sobre la convivencia en esta tierra.
Todos insisten en Euskadi en que las cosas han cambiado y que cambiarán aún más. Aluden a los efectos pacificadores que el pacto de Ajuria Enea ha tenido para la convivencia en Euskadi, y la gente se atreve más y se expre sa con mayor libertad en la calle en los bares y, en general, en la conversación cotidiana. Se dice que ahora hablan más alto y que usan en el lenguaje de la calle los argumentos que esgrimen en casa, aunque todos saben también que ésa es una atmósfera que se rompe a veces.
La paz ha estado como obse sión en los grandes mítines y en la conversación cotidiana. El periodista Luciano Rincón resumía así el deseo vasco: "Lo que la gente espera es que todo deje de terminar violentamente: desde una huelga de autobuses a una conversación".
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