La frontera de hierro
Israel envía al límite con Jordania a sus mejores tropas y amenaza si persisten las incursiones
El blindado de la patrulla israelí surgió poderoso de su propia polvareda y aceleró en el estrecho corredor que salva los campos minados de Allenby, en el valle del Jordán. Los servidores de sus tres ametralladoras permanecieron escudriñando un horizonte ocre y silencioso, cuando el suboficial al mando, poco después, presentó novedades en uno de los puentes fronterizos con Jordania.
Israel, tras los últimos intentos de infiltración palestinos y las bajas sufridas en su combate, desplegó en los confines a sus mejores hombres y ha advertido a Ammán que no tolerará más incursiones. Los desplazamientos políticos originados por la crisis del golfo Pérsico, fundamentalmente, y los tiroteos registrados en las fronteras con Gaza y Cisjordania han deteriorado la siempre difícil convivencia entre Jordania, donde la moderación pierde terreno, e Israel, cuyos Gobiernos favorecieron durante años la permanencia en el trono del rey Hussein para frenar radicalismos sirios, iraquíes o palestinos. El avance del fundamentalisnio islámico en el reino y la matanza de 18 palestinos en la explanada de las mezquitas de Al Aqsa y Omar, de Jerusalén, han amenazado con completar un marco de relaciones progresivamente crispadas y de incierta conclusión.Los intentos de infiltración a través de los 360 kilómetros de frontera entre Jordania con los territorios que perdió en la guerra de 1967, y lo que se considera discurso proiraquí del soberano y postura complaciente con esas entradas clandestinas, provocaron una dura respuesta israelí. Rafael Eitan, ministro de Agricultura y antiguo jefe del Estado Mayor del Ejército, anunció "el principio del fin" de la monarquía hachemí. Reuven Mervah, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, advirtió, por su parte, con una fuerte reacción si se producen más muertos en las fronteras con Jordania. "Las autoridades de Ammán deben asegurar que tales sucesos no vuelvan a ocurrir". Tel Aviv, que atribuye la causa de una parte de las 11 incursiones descubiertas este año a la oratoria musulmana y oficial antiisraelí, ha retirado de los pasos a unidades sin experiencia de combate y las ha sustituido por tropas de élite del destacamento Golani. Nuevos equipos de vigilancia, incluidos visores nocturnos y alarmas, han sido trasladados a los puestos de combate.
El 13 de noviembre, un palestino de 17 años, con una pistola en la mano y el Corán en la otra, eludió las guardias móviles del puente de Adal, franqueó las alambradas de espino y sorprendió mortalmente al centinela con un disparo en la cabeza. Con el M-16 del sargento abatido se dirigió hacia el dormitorio de la guarnición y en su vestíbulo fue detenido por el culatazo de un segundo centinela. Cinco días antes, un comando de cuatro policías jordanos en ropa civil y un palestino habían conseguido alcanzar la localidad ocupada de Ouja, a un kilómetro de Jericó y a 30 de Jerusalén. En el enfrentamiento a tiros con una ronda israelí murió uno de ellos y un militar. Los colonos judíos, que poco a poco se asientan dentro de los límites de los territorios conquistados por el Ejército israelí hace 23 años, demandan a su Gobierno más protección. Tina Ekshon, cultivadora de crisantemos y con el subfusil UZI más a mano que las semillas, reconoce su preocupación por las incursiones, pero dice que no abandona. "Esto es Israel, y de aquí no nos vamos, pase lo que pase".
'Check Point Allenby'
El puente de Allenby sobre el río Jordán, de apenas 20 metros y lugar de encuentro de gran parte de los palestinos con familiares de uno y otro lado, comienza en la orilla jordana con un nido de ametralladoras sobre sacos terreros y termina en la israelí con una puerta metálica coronada con alambre y púas. "Atentos a las indicaciones de los soldados", reza un cartel en un lateral del primer control militar. Los pasajeros de autobuses y vehículos particulares atiborrados de maletas y resignación son identificados y sometidos a un minucioso cacheo israelí. Los viajeros extranjeros con máquinas de escribir o computadoras deben esperar en otra terminal la llegada de la autorización oficial para pasar un equipo sospechoso siempre de esconder explosivos. Una mujer con vestido árabe y tres hijos de no más de cinco años, el mayor de los cuales entrega un pasaporte español en la aduana jordana, llamada Puente de Hussein, donde queda retenida al no disponer del pase actualizado. "Soy de Zamora y estoy casada con un palestino. Mis padres no saben las calamidades que estoy pasando por aquí".
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