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Un matrimonio muere intoxicado en su piso por los gases de una caldera

Antonio Andrade Pérez-Arcos, de 60 años, y su esposa, Benigna Gutiérrez Nava, de 54, que estaban casados en segundas nupcias, fueron hallados muertos a mediodía de ayer en su domicilio del número 18 de la calle de Gabriel Lobo, cerca de la del Príncipe de Vergara, en la capital madrileña, según fuentes de la Jefatura Superior de Policía. El matrimonio pereció asfixiado por los gases de la combustión de una caldera, una de cuyas tuberías tenía un orificio de tres centímetros de diámetro, según los primeros estudios periciales de la compañía suministradora ordenados por el juez.

Álvaro Matías Seguí Gutiérrez, de 28 años, hijo del primer matrimonio de Benigna Gutiérrez, había ido el domingo pasado a reunirse con su madre y su padrastro. Como no le contestaron se marchó, después de dejar una nota en el parabrisas del coche de, su padrastro para informarle de su visita.Seguí se enteró ayer de que su madre no había acudido a trabajar y, alarmado por tal circunstancia, volvió a ir hasta el piso de la calle de Gabriel Lobo. Comprobó que, nadie contestaba a sus reiteradas llamadas, por lo que decidió acudir en busca de la portera para ver si ésta podía facilitarle un duplicado de las llaves del piso tercero D.

Sin embargo, Seguí pudo entrar en la casa porque ésta se hallaba cerrada por dentro con un cerrojo. Ante tal eventualidad optó por saltar desde una ventana de la oficina de Sesions, un establecimiento de material de patinaje. Al acceder a la vivienda descubrió que estaba encendida la televisión, mientras que su madre y su esposo se hallaban caídos en medio de grandes vómitos de sangre, según los medios informantes.

Antonio Andrade, natural de Burgos, se hallaba tumbado sobre la cama matrimonial, mientras que su mujer, natural de Melilla, estaba en la misma posición en un sofá. Es probable que ambos comenzaran a sentirse mareados después de comer, aunque en el piso no había restos de alimentos. Pese a ello, unas muestras de comida serán enviadas para su análisis al Instituto Nacional de Toxicología.

Moneda de 50 pesetas

Inspectores de la comisaría del distrito de Chamartín, que se han hecho cargo de las investigaciones, creen que la muerte de las víctimas se produjo durante la tarde o la noche del pasado domingo, según los primeros indicios. Una vecina ha manifestado que vio a Benigna Gutiérrez a mediodía del pasado sábado, cuando regresaba de su trabajo. Dado que en el domicilio no se apreciaba olor a gas, las primeras hipótesis indujeron a pensar que Andrade y su esposa habían fallecido envenenados por alimentos en mal estado. Sin embargo, el médico forense descartó esta posibilidad, inclinándose por la probabilidad de que se tratara de un caso de muerte por intoxicación, causada por gas. El juez de instrucción de guardia requirió a la compañía Gas Madrid para que un equi po técnico efectuase una revisión de las instalaciones del piso, donde fue hallado encendido uno de los quemadores de la cocina y de la calefacción.Los técnicos de la empresa suministradora confirmaron que no había ninguna fuga de gas en las instalaciones, aunque apreciaron un orificio "en el conducto de salida de productos de la combustión de la caldera", según Gas Madrid. Un operarlo añadió que el agujero "es del tamaño de una moneda de 50 pesetas".

Es posible que los gases tóxicos producidos por la combustión de la caldera hayan sido la causa del fallecimiento del matrimonio, ya que el conducto agujereado estaba dentro de la vivienda. Un técnico manifestó que no ha sido posible precisar cómo se produjo este agujero, "aunque la experiencia demuestra, que generalmente se debe a alguna manipulación". El tecnicismo de "manipulación" quiere decir, por ejemplo, que la tubería ha sido dañada por un golpe o por la caída de un objeto.

Según un portavoz de Gas Madrid, "las instalaciones de la vivienda donde se produjo el siniestro han

sido revisadas regularmente, sin que en la última inspección, que fue efectuada el 6 de noviembre de 1989, se detectara ningún tipo de anomalía".

Antonio Andrade era empleado de la firma de cosméticos Avón, y su esposa, Benigna, trabajaba en una farmacia del barrio de Moratalaz, según indicaron varios vecinos. Actualmente estaban acondicionando un chalé situado frente al Auditorio Nacional para irse a vivir allí.

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