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El mal tiempo sigue impidiendo las tareas de socorro en Bangladesh

El hambre azota ya a millones de supervivientes del ciclón que asoló Bangladesh hace una semana. El mal tiempo parece querer ensañarse con estas gentes paupérrimas e impide o dificulta las tareas de salvamento y distribución de comida con sus persistentes vientos y lluvia. "La mayor tragedia no son los cientos de miles de muertos que haya habido, sino el hambre, la enfermedad y la miseria a que han quedado condenados durante todo el resto de esta década millones de bangladesíes", dijo a este periódico Sha Husain Imam, consejero de la Embajada de Bangladesh en la India.

Ayer hubo una ligera mejoría de las condiciones atmosféricas y a partir de hoy se reanudan los vuelos que enlazan Dhaka con diversas ciudades del mundo, entre ellas Calcuta (India), y que fueron suspendidos el lunes tras un tomado que destruyó un suburbio de la capital bangladesí. El martes, el tornado volvió a hacer acto de presencia en el entorno de Dhaka, destruyendo diversas fábricas y casas de Tongi, a unos 20 kilómetros de la capital. Entre los dos días los muertos son más de 200.Hasta el momento, no ha podido reabrirse el aeropuerto de Chittagong, la segunda ciudad del país, que se encuentra en el corazón de la zona siniestrada por el ciclón. Testigos presenciales aseguran que las gentes vagan por la ciudad como fantasmas. Con la mirada perdida y arrastrando los pies, los habitantes de Chittagong, donde han muerto unas 20.000 personas, van de aquí para allá buscando agua para beber y algo que llevarse a la boca para acallar los retortijones de un estómago vacío desde hace una semana.

Pero Chittagong está en el continente y, aunque escasos y mal distribuidos, los alimentos llegan a la ciudad. La situación es mucho más dramática en diversas islas, que siguen anegadas bajo las aguas y el fango, y en las que quienes quedan con vida continúan incomunicados y haciendo equilibrios para que cuando los ríos -el Ganges y el Bramaputra- vuelvan a sus cauces y el mar a su terreno habitual no les arrastre. Muchas han sido las familias que se subieron a los tejados de las casas o a las ramas de los escasos árboles para protegerse de las olas del maremoto desatado por el ciclón, y cuando las aguas cedieron encontraron que la mayoría de los suyos había desaparecido.

La primera ministra, begum Jaleda Zia, ha hecho un nuevo llamamiento a la comunidad internacional para que con su ayuda defienda también a la joven democracia de Bangladesh. Zia, que ganó las elecciones democráticas del 27 de febrero pasado salió al paso de quienes critican a su Gobierno por la falta de preparación para hacer frente a una catástrofe que fue advertida, horas antes de que sucediera, por la Organización Mundial de Meteorología en la región, cuya sede se encuentra en Nueva Delhi. La Jefa del Gabinete bangladesí culpó a los ocho años de dictadura del general Ershhad de la ruina que padece el país y de la incapacidad de sus instituciones.

Lista de necesidades

Jaleda Zia indicó que en un día o dos entregará a la comunidad internacional un plan detallado de las necesidades que tiene el país para socorrer a la población y evitar la extensión de los brotes infecciosos y de cólera que ya se han producido. "Nos hemos retrasado en averiguar lo que necesitábamos porque estábamos muy ocupados salvando vidas", afirmó la primera ministra.

Mientras tanto, la ayuda internacional sigue llegando a Bangladesh, aunque en cantidades muy inferiores a las que se requieren para que la población no se muera de hambre, según la Cruz Roja Internacional.

[España enviará hoy a Bangladesh un cargamento con ayuda humanitaria consistente en 12.000 kilos de alimentos infantiles, 5.000 kilos de medicinas, 20 tiendas de campaña familiares, 2.400 mantas, 500 juegos de cocina, 250 camillas y cuatro lanchas de salvamento, informa ]. Al menos 15 millones de personas padecen las consecuencias de los vientos que, a 250 kilómetros por hora, asolaron la cuarta parte de un país que tiene una extensión similar a la de Andalucía, 143.999 kilómetros cuadrados, y una población superior a los 100 millones de habitantes. La altura máxima de toda esa parte no alcanza los seis metros sobre el nivel del mar, de ahí que la más mínima ola puede avanzar kilómetros tierra adentro.

Las desdichas actuales pueden verse agravadas el mes próximo, fecha en que comienza la estación monzónica, caracterizada por sus esporádicas lluvias torrenciales. El tamaño de la tragedia escapa a la imaginación de cualquier occidental. La naturalidad y la desdramatización con que estas gentes asumen su desgracia no deja de sorprender. Un pequeño movimiento de cabeza revela la impotencia con que aceptan la vida y la muerte.

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