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EL VIAJE DE LOS REYES AL PAÍS VASCO

El Rey afirma que quien se sitúe fuera de la democracia y, la paz se margina de la nueva Europa

El Rey hizo un llamamiento a la tolerancia, a la paz y a la democracia, necesarias para la integración en la nueva Europa que está surgiendo, durante el discurso que pronunció ayer en San Sebastián con motivo de la clausura de un curso sobre san Ignacio de Loyola celebrado en el palacio de Miramar de la capital donostiarra. "Quien quiera situarse fuera de la democracia y de la paz no sólo se habrá situado ya fuera de la nueva Europa, sino que se habrá colocado también al margen de la corriente histórica de su pueblo", dijo don Juan Carlos.

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En el único discurso pronunciado por el Rey durante la visita al País Vasco que comenzó ayer, don Juan Carlos elogió la actitud de los vascos en los tiempos en que vivió San Ignacio de Loyola de "no encerrarse estérilmente en el pasado ni romper irresponsablemente con él", permaneciendo fieles a su propia historia, pero a la vez por haber sabido "abrir sus ventanas al nuevo aire de la modernidad"."Me complace haber podido hallar en la clausura de este curso veraniego sobre Ignacio de Loyola la ocasión de visitar de nuevo Euskadi y de encontrarme una vez más con el pueblo vasco". Así comenzó don Juan Carlos su discurso, pronunciado después de que intervinieran tres de los conferenciantes del mencionado curso, organizado por la Universidad del País Vasco: el jesuita Antonio Beristáin, el antropólogo Julio Caro Baroja y el ex ministro de Asuntos Exteriores José María de Areilza. Los tres glosaron la figura del fundador de la Compañía de Jesús, si bien Julio Caro Baroja destacó muy especialmente la capacidad de ser tolerantes demostrada a lo largo de la historia por los jesuitas. "Se les reprochó haber sido demasiado laxos y benévolos, de haber puesto los caminos demasiado fáciles para los pecadores, cuando en realidad la misión del confesor es la de absolver y perdonar", dijo el antropólogo vasco.

El rey Juan Carlos dejó muy claro que ha deseado visitar el País Vasco precisamente cuando se cumple el quinto centenario del nacimiento de San Ignacio de Loyola: "La coincidencia deliberada de mi visita a esta tierra con esta celebración", dijo el monarca, me brinda una oportunidad inmejorable para, a partir de su figura, hacer una breve reflexión sobre otras realidades que nos afectan". "Aunque siempre puede ser comprometido establecer fáciles paralelismos entre épocas históricas", añadió don Juan Carlos, "no puedo resistirme a señalar la existencia de importantes semejanzas entre los tiempos que vivió el vasco Ignacio y los que toca vivir a los vascos de hoy".

Elogio a san Ignacio

Tras recordar los tiempos de cambios y profundas transformaciones que entonces vivía Europa, don Juan Carlos elogió la actitud de san Ignacio de Loyola de ser receptivo a los nuevos tiempos, sin por ello demoler el pasado. "Yo quisiera ver en este equilibrio ignaciano", señaló el Rey, "una característica casi histórica de la gente de este pueblo y un referente de lo que debe ser su actitud ante los nuevos tiempos"."Porque también hoy vive Europa, y con ella España", prosiguió el Rey, "una época de cambios y transformaciones profundas. No hace todavía mucho tiempo que nosotros mismos iniciamos y culminamos una transición que supuso un acertado ejercicio colectivo de prudencia y equilibrio. Y la gran mayoría de este pueblo supo y quiso incorporarse activamente a ella, optando una vez más por mantener unidos pasado y futuro, así como por compartir su empresa, desde la identidad legítimamente defendida, con todos los pueblos que integran España".

El Monarca destacó a continuación nuevo orden político y social que está surgiendo en Europa "gracias a un nuevo renacer de los principios de la democracia y la libertad". El Rey definió la democracia como "respeto de la voluntad popular" y definió la paz como "fruto de la tolerancia entre opiniones legítimamente discrepantes".

En la última parte de su discurso, el Rey insistió en el equilibrio entre el respeto a lo antiguo y la apertura a la modernidad, entre "la lealtad a la propia identidad y la capacidad de compartir empresas comunes y universales". "Es esa arraigada actitud de sensatez histórica, que sólo se aprende con la experiencia adquirida a lo largo de milenios", concluyó don Juan Carlos, "lo que espera de los vascos la empresa común que se llama España, ligada indisolublemente a los pueblos de Iberoamérica y que hoy se inserta en una renacida Europa".

Brindis de Ardanza

A continuación, don Juan Carlos se despidó en euskera con las siguientes palabras: "Antes de terminar, quiero senalaros mi alegría por el hecho de estar aquí de nuevo. Esta visita trae a mi memoria los años de mi niñez vividos en Donostia, transcurridos en estos mismos alrededores y en esta misma casaLos Reyes habían sido recibidos en el aeropuerto de Sondica (Vizcaya) por el lehendakari, José Antonio Ardanza, a las once de la mañana. Ardanza fue quien cerró la jornada con un brindis durante una cena con los Reyes en un restaurante de San Sebastián en el que lanzó un invitación para futuras visitas". (...) Vuestra presencia en esta tierra es un motivo de esperanza", dijo. En su única intervención en la jornada de ayer, el lehendakari pidió a los 100 asistentes que alzasen su copa en honor de los visitantes "para que la esperanza se mantenga viva y propicie nuevas y más prolongadas visitas entre nosotros".

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