"El bicho humano está en peligro"
Sebastiâo Salgado, brasileño, de 47 años, es uno de los nuevos Budas de la fotografía. Presidente europeo de la agencia Magnum -la que fundaron nombres como Henri Cartier-Bresson y Robert Capa-, sus imágenes de un hombre que sufre son bien conocidas por los lectores de EL PAÍS. A través de ellas pretende denunciar el tremendo abismo que separa, en un mundo sin ideologías, a los pobres de los ricos. Un abismo que, en su opinión, amenaza la propia supervivencia de la especie humana. En esta entrevista habla sobre el porvenir de ésta.
La última foto -una mujer del Sahel, con la mirada del hambre y de la muerte en los ojos- acaba de pasar y el proyector se queda en blanco. Las 500 personas que abarrotan hasta el último palmo de la sala inician una angustiosa ovación. En el estrado, Sebastiao Salgado, el fotógrafo que está conmoviendo al mundo con imágenes que revelan una situación de pobreza y opresión irresistibles, tiene los ojos enrojecidos. Los Cursos de Verano de la Universidad Complutense le han traído a El Escorial para mostrar su obra, y ahora está ahí, solo, a punto de llorar. Acaba de pfoyectar 240 imágenes: América Latina, Africa, Camboya, Kuwait, El trabajo del hombre (en buena parte publicadas por El País Semanal), y parece angustiado ante tanta acumulación de injusticia. "Para mí no son sólo fotos; yo conozco a esa gente".Pregunta. ¿Cómo es posible que un fotógrafo que predica el Tercer Mundo tenga un éxito tan arrollador en Europa y en Norteamérica?
Respuesta. Cuando llegué a París, en 1977, había una enorme apertura hacia los problemas de los países subdesarrollados, de América Latina... Pero según la sociedad se ha ido haciendo más rica, también se ha aislado, se ha convertido en más insolidaria. Los ricos están ahora más preocupados por sí mismos, por los problemas europeos, y se han olvidado de los demás.
La gente preocupada de lo que les ocurre a los hombres vive en medio del vacío. A veces, pienso que yo y gente como yo cubrimos esta laguna. Es ahí donde mis fotografías suponen una cierta provocación, un recuerdo de lo que está pasando en nuestro mundo.
P. ¿Cuál es la actitud de los Gobiernos?
R. Los países ricos no se ocupan de los pobres. Dos terceras partes de la humanidad trabaja en la pobreza para que el resto viva cada vez mejor. Las materias primas se han convertido en el eje de cualquier problema y no sirven para el desarrollo de quienes las producen, que acaban comprando con el dinero que sacan de ellas las máquinas que necesitan para su explotación. El problema es tan importante que incluso origina guerras. Lo hemos visto hace un año en el Golfo: Estados Unidos y sus aliados no podían consentir que Irak se quedara con el 40% de las reservas mundiales de petróleo. Estoy convencido de que si, en lugar de Kuwait, Sadam hubiera invadido Mauritania, pese a ser un país mucho más cercano, España se habría limitado a mandar un telegrama de protesta, probablemente por vía terrestre. Nunca hubiera enviado barcos.
P. ¿Existe la misma desidia entre la gente?
R. No. Mientras que los Gobiernos se encierran cada vez más en sus propios problemas y se olvidan del resto, la evolución de la cooperación internacional es enorme. Hace unos años, en Africa, apenas unas cuantas personas, vinculadas en muchos casos a restos coloniales, trabajaban para ayudar a los demás. Ahora son cientos de cooperantes, jóvenes recién salidos de la Universidad, los que se van allí, con Médicos sin Fronteras, con Médicos del Mundo y con otras organizaciones, a. ayudar, a trabajar con los que no tienen nada. Son personas que se rebelan contra el hecho de que la humanidad es cada vez más egoísta. Una situación real, pero que espero sea cíclica y pase.
P. ¿Dónde están los problemas?
R. Hoy, los problemas están en el Sur. De aquí a fin de siglo, mientras en Alernania la población descenderá de 80 millones de habitantes a 70 millones, en el Tercer Mundo crecerá brutalmente. Y aumentará la miseria, y eso generará nuevos problemas, cada vez más graves. Algo se tiene que hacer, porque algo va a pasar.
P. Sus fotos muestran una situación dramática de hambre, de dolor, de muerte. ¿Qué intenta con su trabajo?
R. Yo no quiero cambiar nada; no tengo esa pretensión. Mis fotos enseñan una situación, y creo que pueden provocar que la gente, los jóvenes, mediten sobre lo que está pasando. Porque es muy grave: la especie humana, el bicho humano, está en peligro.
Mi país es un buen ejemplo: Brasil está perdiendo el control, se está convirtiendo en una selva; no hay seguridad y dejará de ir el turismo. Pero no es un caso aislado. En Nigeria, en Colombia, en Bangladesh o en Perú también se ha perdido el control. Y eso es una cosa muy seria. España puede hacer mucho en este tema porque es un país límite: está muy cerca de Africa y es la puerta de América Latina.
Hace falta un ejército de hombres de buena voluntad, de políticos de buena voluntad, de profesionales de buena voluntad. No pido cosas fantásticas. He hablado con los fotógrafos españoles con los que he trabajado en El Escorial y se lo he dicho: tienen que ir a América Latina. No tienen problemas de lengua ni de cultura. Tienen que ir para descubrir lo que pasa allí y contarlo.
P. España está volcada en la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento. ¿Cómo se ve desde el otro lado?
R. América Latina no vive una situación precisamente feliz. La mayor parte de los países se están derrumbando, y no se puede consentir que un continente entero se hunda. Es dramático. Desde España se habla de la democratización de Brasil, de Chile, de Uruguay, de Argentina..., y nadie se da cuenta de que las dictaduras se han autodestruido, nadie las ha derribado, y han dejado unos países destrozados, empobrecidos, llenos de violencia, donde es muy difícil vivir y tener cualquier esperanza. La historia de los últimos 500 años es muy dura. Eduardo Galeano ha dado datos que revelan la desaparición, en 200 años, de las dos terceras partes de la población indígena; sólo en el Cerro Potosí de Bolivia hubo tres millones de muertos; las cabezas pensantes del continente han sido sistemáticamente destruidas a lo largo de la historia. Esto es lo que hay que ver. En América Latina hay pocas cosas interesantes; lo que es interesante es la gente, no el folclor. Y esto es lo que los fotógrafos, los periodistas y los escritores españoles deben ir a ver allí; y luego, a su vuelta, contarlo.
Madrid se ha convertido, poco a poco, en la capital de esa América, y España tiene mucho que hacer allí. Si quiere.
P. Sorprende mucho que un fotógrafo no hable de luces o de encuadres y tenga un discurso social. ¿Es la fotografía la que le ha hecho pensar así?
R. No. Yo he militado en Brasil, antes de tener que exiliarme, y he sido economista antes de ser fotógrafo. Pero ahora soy fotógrafo, y aunque vivo en un país; como Francia, vengo de donde vengo. Mi familia y, mis amigos están también. allí, y yo vivo mucho tiempo en el Tercer Mundo. Yo no Soy de aquí y no hay que analizarme como si lo fuera tan sólo porque vivo aquí.
P. ¿Realmente se puede ser solidario con los más pobres desde Europa, viviendo de otra manera?
R. Sí, se puede. Yo no soy, un jesuita, soy un fotógrafo. Creo que se puede tener una buena casa, y yo la tengo; un buen coche, y yo lo tengo; mi familia come bien y viajamos de vacaciones. Creo que ésa es una manera correcta de intentar vivir. Pero creo también que todo el mundo debe tener la oportunidad de hacerlo. El mundo rico se ha preocupado de hacerse más rico. Ahora que ya lo es y no necesita más, se tiene que ocupar de los que lo necesitan todo.
P. Algunas de sus reflexiones parecen marxistas.
R. No. De ninguna manera. Yo no estoy proponiendo socializar los medios de producción, ni el ascenso de los proletarios al poder.
No creo en eso, y además no quiero cambiar el sistema. Cuando era joven creía que la revolución era posible; ahora, no. Lo que pasa es que tampoco estoy de acuerdo cuando se habla del sistema capitalista. Es falso. ¿Cuántos países capitalistas han tenido éxito? Diez... ¿Quince? Mi país; es capitalista, Chile es capitalista, Bolivia es capitalista, Argentina es capitalista..., no han tenido éxito. Mire una cosa: hay más de 100 países capitalistas en el mundo que han fracasado para que unos pocos, realmente muy pocos, puedan decir que han triunfado. Ese es el problerna.
P. Usted habla de los países ricos y de sus Gobiernos. ¿Cómo son los Gobiernos, de los países pobres? ¿Son solidarios con los sufrimientos de su gente?
R. No. Los políticos de todos los países son una clase inuy preocupada por sí misma, por su subsislencia y por su enriquecimiento rápido. Pero las cosas deben cambiar, no están condenadas a ser siempre iguales. Estábamos convencidos de que el socialismo era para siempre, y ahora vemos que se acabó. Por eso estoy convencido de que la clase corrompida no será eterna.
P. ¿Se ha planteado alguna vez hacer otro tipo de fotografía? Si se sintiera decepcionado, ¿podría abandonar los temas, que ahora le preocupan?
R. Ésta es rni vida. Yo no he montado una empresa, una inversión, que puedo cerrar si no funciona. No voy a, abandonar. Cuando acabe mi serie sobre el trabajo del hombre, tal vez empiece otra sobre los refugíados en el mundo. Soy realista, pero no estoy decepcionado. Al contrario, tengo la esperanza de que cada vez haya más; gente trabajando en esta dirección.
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