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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

¿Estado aconfesional?

Estoy totalmente de acuerdo: el Estado tiene que ser aconfesional. Sin embargo, a veces esto sirve de pretexto para reducir la Iglesia al ámbito privado y ponerle mordazas para que no sea crítica con los gobernantes de turno y contra tanta corrupción e hipocresía que se palpa en personas públicas. El Estado tiene que ser laico, pero siempre y en toda circunstancia.Pondré dos ejemplos en los que no veo precisamente la aconfesionalidad del Estado. Hay muchísimos más.

Primero: ¿que hace un sacerdote católico en una jura de bandera? Y además, vestido de una manera preconciliar, anacrónica y carca. Yo, sacerdote, no me siento de ningún modo identificado con un hermano mío que se presta a tal manipulación de la Iglesia. Y no entro en el terreno más profundo de lo que significa jurar: poner a Dios por testigo, y por lo tanto se vuelve a la confesionalidad. Ni tampoco quiero hablar del servicio militar, que personalmente creo que es un secuestro legal. ¿Qué hace, pues, un sacerdote en una jura de bandera? ¿No es laico el Estado?

Segundo: cada año, el día de Santiago se hace la ofrenda de los ciudadanos al apóstol. El Rey o un delegado suyo ofrecen en un acto, presidido por un obispo, la ciudadanía a Santiago. ¿Qué valor real tienen estas ofrendas? ¿Y los no creyentes? ¿En qué quedamos? ¿No hemos dicho que el Estado no es confesional? ¿Por qué cada año tenemos que contemplar est e espectáculo que, evangélicamente, no compromete a nada y sí, en cambio, pone en tela de juicio la independencia de la Iglesia frente a un Estado laico? Volvemos a los viejos tiempos: la cruz y la espada.

Creo que la Iglesia de hoy tiene que demostrar su libertad evangélica de un modo transparente y diáfano. Los sacramentos, para los creyentes. Las juras de bandera, en los cuarteles. Particularmente, como ciudadano y desde un Estado no confesional, apoyo a los objetores de conciencia y pido una ley no discriminatoria para aquellos que no quieren aprender a hacer la guerra. Y el día de Santiago, el creyente, y sólo él, que asista a la eucaristía para vivir su fe sin interferencias ni parafernalias estatales. No olvidemos que el apóstol fue asesinado por los poderosos de su tiempo y que entregó su vida por el evangelio.-

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