Modernización 'versus' desamortización
1. Reestructuración administrativa y especulación. Se oyen ruidos de cambios, de, reajustes, de nuevas sedes, de modernización de las instalaciones de la Administración, desde ministerios a juntas de distrito, pasando por la propia Asamblea de Madrid. Bajo este paraguas se cobijan cambios de domicilio de grandes compañías, y hasta. el Ayuntamiento de Madrid parece que está pensando en un traslado de la Gerencia Municipal, recalificando el magnífico solar de la calle de Paraguay para oficinas de gran rango.La necesaria modernización y racionalización de las administraciones públicas conlleva, en algunos casos, un conveniente traslado, y con él, la aparición de solares sobrantes en lugares centrales, altamente revalorizados por su situación en la ciudad y el proceso alcista de los últimos años, hoy atenuado, pero todavía tentador.
Tras la sana tarea de un aggiornamento físico de nuestras instituciones pueden esconderse tentaciones menos sanas: por un lado, el desmantelamiento precipitado de edificios aún útiles y recuperables para funciones públicas; por otro, la rentabilización de edificios y terrenos vacantes, poniéndolos en el mercado al mejor precio posible.
Lo primero supondría una falta de cultura urbana, ya que muchos de los edificios e instituciones abandonados son hitos incorporados al paisaje físico y social de nuestra ciudad. Falta de sensibilidad que se sumaría a un rechazable despilfarro edificatorio.
Lo segundo, una quiebra en la responsabilidad de los poderes públicos, obligados constitucionalmente a luchar contra la especulación. Sé que personas de gran solvencia política aseveran que "los poderes públicos nunca especulan" (en todo caso, hacen como Luis Candelas, que robaba a los ricos para dárselo a los pobres). Sin embargo, este afán recaudatorio de recursos a través de la mejor venta de solares ociosos o prematuramente abandonados supone una connivencia con los procesos alcistas, de carácter especulativo, no compatible con la función pública. ,
2. Una 'desamortización precipitada'. Una tentación peligrosa, nacida de esta necesaria adecuación espacial de nuestra Administración, es la de una acelerada privatización de los patrimonios públicos mejor localizados en nuestras ciudades, en aras de la obtención de mayores y más rápidos fondos para acometer la deseada modernización. -Corremos el riesgo de asistir a una precipitada e indiscriminada desamortización, que, tras los beneficios inmediatos, dejaría una depauperada ciudad, en términos patrimoniales y culturales.
De extenderse esta tentación, e indicios hay de que en este sentido soplan los vientos, se puede pervertir la lógica de un proceso de reubicación de nuestras administraciones, beneficioso para el buen funcionamiento de las mismas y de la propia ciudad, e invertir la relación causa-efecto.
Si por causa de un razonable y razonado traslado puede defenderse una ponderada rentabilización monetaria del solar o edificio que quede vacante, no ocurre lo mismo, sino que es rechazable, el que cualquier edificio institucional, bien situado en la ciudad y hábilmente promocionado en el mercado por un experto tasador, pueda inducir a inventarse la necesidad y justificar la bondad de un inevitable traslado, en aras de la modernización y eficacia administrativa.
3. El 'vacío urbano'. Cada vez que una granfábrica institucional emigra produce una herida en la ciudad en la que, con los años, ha enraizado fisica, funcional y simbólicamente. Herida que puede ser causa de una, intervención quirúrgica, una prótesis, que venga a revitalizar el entomo urbano que la albergó durante largo tiempo, o, por el contrario, sea un foco de infección que venga a agudizar los males generales de la ciudad.
El vacío urbano se toma ocasión para el enriquecimiento de la ciudad o puerta de entrada de un virus que deteriore todo el cuerpo urbano, ya con escasas defensas. Parece que existe un horror al vacío y cualquier hueco en la ciudad, sea un suelo o un edificio vacante, se quiere rellenar urgentemente con actividades duras y agresivas económicamente, siendo el vacío y las actividades blandas uno de los mejores aportes que requiere un tejido urbano ya colmatado, como el de Madrid, necesitado de un esponjamiento y un enriquecimiento en la complejidad de usos, que hacen de la ciudad un mundo y no un gran centro comercial.
4. La razón como exigencia democrática. Muchos de los errores y males que la tentación anunciada pueden producir en las ciudades se evitarían si la decisión del traslado de una institución y la reconversión del edificio abandonado, en una sana reordenación física de nuestras administraciones, estuviese precedida de la obligada y pública respuesta a preguntas como éstas:
- ¿Realmente hay inadecuación estructural evidente entre el contenedor flisico y un más eficaz funcionamiento de las actividades que alberga? ¿No puede rehabilitarse?
- ¿Qué viene a rellenar el solar sobrante o el edificio. vacío y qué valores nuevos aporta a la ciudad? ¿Esponja y enriquece la ciudad, o una nueva torre viene a incrementar la congestión? ¿Más espacio público o más coto privado?
Lógica del mercado
- ¿Adónde emigra la institución pública? ¿La nueva localización viene a recualificar el territorio metroliolitano o sólo a aprovechar un solar barato?
- ¿Puede el sector público fijar el precio de su patrimonio según la lógica del mercado puro y duro, o debe corregir sus manifestaciones más irracionales y nocivas, aplicando una política de precio tasado?
5. Aviso para navegantes. En una ciudad democrática, navegantes somos todos y contra los escollos pueden hundirse los .grandes buques y las pequeñas chalupas. Para estimular nuestra átención y evitar embarrancamientos ruinosos, permítanme el recurso a una caricatura y a un ejercicio de ciencia ficción. La primera: la catedral de Burgos es más rentable como solar para oficinas que como lugar de culto o sala de conciertos sacros (ésta es la carícatura). Lo segundo: la gran manzana que ocupa el Ministerio de Defensa, en la Castellana, es más rentable como extensión de AZCA que como sede de instituciones administrativas o culturales, como un gran espacio público (éste es un ejercicio de ciencia ficción, nada verosimil).
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