Los pañuelos más caros de Madrid
Una bolsa de 10 paquetes de pañuelos de papel cuesta en una tienda 150 pesetas. El redactor compró cuatro, y, con chándal y barba de cinco días, se apostó en los semáforos de la Gran Vía para vender cada paquete a 100 pesetas.A las 17.30 del martes el pañuelero ruega a una señora que por favor, "hoy por mí y mañana por tí", le compre un paquete. Ella ni le mira. Llega otra y sonríe, pero que no, que no, dice con el dedo.
Viene un grupo de hombres en una camioneta: "Sí, tenemos muchos mocos, pero no hay de aquí, chaval", dice uno frotándose tres dedos en dirección al cielo.
Se va al cruce de San Bernardo con Gran Vía. Nada; y después a la glorieta de Bilbao. Una señora quiere comprar seis, pero se enciende el semáforo. El pañuelero consigue, eso sí, que un policía le reprenda:
-Mucho morro, chaval, para hacerlo delante mío. ¿Me los llevo o te los dejo? Emigra de aquí, pero no te pongas abajo, que voy yo dentro de un rato.
En tres horas vendió un paquete a 20 duros. Había que tomar medidas. Así que el viernes va a la plaza de Cuzco, donde tres niñas gitanas limpian parabrisas y un portugués vende pañuelos. Se trata de quitarle a éste los clientes. Pero el portugués le dice amablemente que espere a que venda una bolsa que le queda, y que entonces ocupe su puesto. Compañerismo lo suyo. Más tarde, las niñas explicarán que la bolsa. de seis pañuelos se suele vender en todo Madrid a 50 pesetas, y no a 20 duros, y que en otra tienda los puede comprar más baratos. Tenían buenas intenciones; pero cuando le advierten eso, el redactor ya lleva una hora en Cuzco y ha ganado 1.000 pesetas, vendiéndolos a 20 duros.
Ellas siguen adoctrinándolo mientras limpian parabrisas. "Al que no te dé, le pides una ayuda, que por estas fechas dan muy buenas limosnas".
Tras una hora y cuarto, el redactor, que ya se ha identificado, entrega los pañuelos y el dinero (1.300 pesetas) al portugués, que come un bocadillo en el lado opuesto de la plaza. "Bueno, gracias, pero no se te ha dado muy bien. En unas tres horas, saco yo cuatro talegos (billetes de mil), y eso que en este semáforo no me conocen".
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