Cossiga reniega de la Democracia Cristiana antes de disolver el Parlamento
Francesco Cossiga, presidente de la República Italiana, pronunció ayer un demoledor adiós a la Democracia Cristiana, su "ex partido", según ha reiterado en los últimos tiempos, pocas horas después de que el presidente del Gobierno, Giulio Andreotti, anunciara que el próximo jueves 30 solicitará formalmente al jefe del Estado que disuelva las cámaras. El adiós de Cossiga tuvo la forma de una carta de 15 folios dirigida al diario democristiano IL Popolo, y marca, de hecho, el comienzo de una campaña electoral en la que los políticos temen, sobre todo, las eventuales irrupciones de quien, como presidente de la República, debería mantenerse al margen de ella.
Francesco Cossiga, que no es candidato en los comicios previstos para el 5 de abril y que, en cualquier caso, cesará el próximo 3 de julio al cumplirse su mandato en la jefatura del Estado, afirma en su carta: "Ya no soy parte de la Democracia Cristiana (DC) ni volveré a integrarme en su organización ni en su grupo parlamentario en el Senado (donde tendrá un escaño tras su cese), porque he dejado de comprenderla y porque he sido expulsado silenciosamente".El polémico y locuaz presidente italiano sugiere que luchará por una nueva derecha laica y cristiana", con un sentido "no tanto populista como político, global, liberal democrático y europeo, en definitiva".
Ni útil, ni necesario
"No creo que sea auténtico, ni útil, ni necesario el empeño incondicionado de los católicos italianos por buscar la unidad en un solo partido", señala en otro momento, contradiciendo recientes recomendaciones de voto a favor de la Democracia Cristiana hechas por la Conferencia Episcopal de la República Italiana.Pero la carta de Cossiga es, sobre todo, un desgarrado lamento por la soledad en que le ha dejado la DC frente a las "calumnias, injurias e infamias" que, afirma, le viene lanzando "la prensa y el señor Occhetto", en referencia al líder del Partido Democrático de la Izquierda (PDS), ex comunista.
"Yo, pequeño subsecretario de Estado, alejado además del palacio del Quirinal (sede de la presidencia de la República) porque olía a izquierdismo y porque era cercano a Moro, ¿qué tenía que ver con todo aquello?", afirma recordando la Operación Gladio, el plan Solo y otros episodios señalados como complicidades anticonstitucionales e incluso golpistas de la DC en los años sesenta. Responde que si ha defendido lo que hicieron los Gobiernos de aquella época no ha sido por defenderse a sí mismo, sino por defender la historia de un partido al que dedicó su vida, pero que dejó de tener sentido con el fin de la guerra fría, y a tantos polítlicos democristianos que ahora niegan "por miedo a los pequeño-comunistas y a los neoestalinistas".
El PDS ha pedido la inhabilitación parlainentaria de Cossiga (impeachment) por abuso y quebrantamiento de la Constitución, pero su iniciativa no tiene posibilidades de prosperar. Democristianos y socialistas han acordado ya que se archive, y lo solicitarán en cuanto se disuelvan las cámaras y al partido de Achille Occhetto no le quede ya ni el recurso alternativo de recoger firmas de parlamentarios en apoyo de su propuesta. Por su parte, Cossiga sostiene que la DC intriga con el PDS para mantener la "partitocracia" en Italia.
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