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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Claridad en el museo

TRANSCURRIDO UN año desde el nombramiento como directora del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia (MNCARS) de María Corral, la situación se muestra igual de confusa e inquietante que cuando fue destituido su antecesor, Tomás Llorens. Las razones aducidas por Jorge Semprún, entonces ministro de Cultura, para destituir a Llorens indicaban fuertes discrepancias con la idea de la colección permanente que éste defendía. Ahora no conocemos ni tan siquiera el modelo que se pretende seguir.No se puede pasar por alto que el cese de Llorens se produjo precisamente al poco de concluirse unas discutidas obras de remodelación del edificio, cuyo faraónico presupuesto fue, según cifras oficiales, de 5.600 millones de pesetas -a los que hay que sumar los 5.000 millones de pesetas de la primera fase de preparación del edificio original- Todo ello no impidió que el verano pasado debiera remodelarse la remodelación con nuevas obras y sin presupuesto conocido.

A pesar de que desde su inauguración en 1986 se produjo una brillante sucesión de exposiciones de arte del siglo XX, hubo que esperar casi tres años para que el Ministerio de Cultura hiciese pública su intención de convertir dicho centro en Museo Nacional de Arte Contemporáneo y nombrase director. Así que, tras 10 años de vacilaciones y remodelaciones (las obras se acabaron en 1984), a razón de 1.000 millones por año, con lo único que nos encontramos es, básicamente, con que los desacreditados fondos del jubilado MEAC han sido transferidos al MNCARS. Cuando sabemos que el primer proyecto de museo de arte contemporáneo en España data de 1894, y que, prestos a cumplirse el primer centenario, entremedias se sucedieron hasta media docena de otros tantos proyectos fallidos, es comprensible que la paciencia del contribuyente esté más que agotada.

Podemos comprender el reticente escepticismo del Ministerio de Hacienda para seguir aportando miles de millones a este, al parecer, pozo sin fondo, pero va siendo hora de que el castigo no deban pagarlo de nuevo los ciudadanos. Antes, por el contrario, se deben rendir cuentas claras, explicando los errores cometidos hasta la fecha y deslindando las responsabilidades políticas de tan pésimos gestores. Pero sobre todo debe enmendarse el rumbo seguido hasta el presente, lo que significa, entre otras cosas, la exposición pública razonada de un plan pormenorizado de medios y fines, incluyéndose entre ellos el modelo de colección; el programa de exposiciones; la estructura técnica, científica y administrativa de funcionamiento, y la situación en la que realmente se halla hoy el edificio respecto a las funciones que su uso museográfico le exige.

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