Doce sombreros al palco

Los 12 sombreros de los 12 matadores volaron al palco presidencial en busca de Julio Robles, que había saludado a sus compañeros en la arena. Antes de comenzar la lidia, los 12 matadores brindaron al torero sus faenas y fue bonito ver cómo unos sombreros casi sacaban un ojo a un espectador, otros se quedaban a mitad de camino y otros entraban como obuses en el palco.Fuese cual fuese el recorrido de los susodichos, lo importante era la intención y por eso resultó bonito el momento. Con esto pasó como con el festejo en sí, del que más de cuatro ha salido con dolores articulares y algún conato de reúma; que puestos a recordar, no hubo ni un novillo medio completo, ni una faena redonda. Este balance, en 12 novillos, bien pobretón resulta y así fue el festejo, más bien gris y aburridillo pero absolutamente triunfal en lo económico y en lo que a la respuesta popular se refiere. Ni una rata se movió de sus asientos. Cuatro horas aguantando en la dura piedra. Una heroicidad, se mire como se mire.

El objetivo se cumplió y lo demás, en casos como éste, viene a ser lo de menos. Como estaba previsto, actuaron como torileros El Viti, Fermín Murillo, Victoriano Valencia, Juan Mari Pérez Tabernero, Jumillano, Gregorio Sánchez, Tinín, Alipio Pérez Tabernero, Pablo Lozano, Paco Pallarés y Amadeo dos Anjos, y como estaba previsto, alisaron la arena Miguel Márquez, Antonio José Galán y su hermano Alfonso, Galloso y Justo Benítez. También banderillearon Morenito de Maracay, El Soro, Palomar y, sorprendentemente, Manzanares, Niño de la Capea y Espartaco. A estos tres se les ocurrió la idea en el novillo de Rui Bento, y éste acabó contrariado, con razón, porque el desorden fue manifiesto y sonaba más a diversión y capricho de los improvisados banderilleros que a otra cosa.

También tuvimos espontáneo, que se lanzó al ruedo con un paraguas y una rebeca en el novillo de Lozano, consiguiendo hacer su número. Y, desgraciadamente, hubo percance. Al peón Vicente Pérez le pegó una cornada el último de la tarde; el animal hizo hilo con él y le abrió la pierna derecha.

El día fue de Robles en Salamanca. Por la mañana, en el Gran Hotel, recibieron un obsequio todos los actuantes en el festival y Robles recibió una reproducción en bronce del monumento al toro de lidia, obra de Gabriel Sánchez Calzada. El ministro del Interior leyó un telegrama de felicitación de Su Majestad el Rey y el torero agradeció emocionado las muestras de cariño, deseando que lloviera, porque como hombre de campo lo desea, pero acabado el festejo. Y lo logró, porque salvo un chaparrón justo a las cuatro, luego todo quedó en amagos y hasta hubo instantes de sol.

Acabado el festejo, los diestros subieron al palco y entregaron a Robles una placa recuerdo de los matadores de toros, novilleros y rejoneadores.