Panamá, ¿patria o colonia?
Endara se queda solo ante la más grave crisis que padece el país tras la invasión de EE UU
ENVIADO ESPECIALEl poderoso general Richard Timmons, comandante en jefe del Comando Sur del Ejército de EE UU, conminaba este último fin de semana a sus soldados francos de servicio a no pisar tres puntos negros en la capital panameña: los barrios populares de El Chorrillo, San Miguelito y Río Abajo. El general Timmons restringía los movimientos de sus 9.000 hombres justificándose en la supuesta alta peligrosidad social de estas zonas, lo que desde 1914 es el principal privilegio de los soldados norteamericanos estacionados en Panamá: la libertad absoluta de circulación en un país que se pregunta diariamente si es patria o es colonia de EE UU.
Esto sucedía casi al mismo tiempo que el presidente constitucional de Panamá, Guillermo Endara, empezaba a respirar tranquilo al conocer que en la vecina ciudad norteña de Colón una tregua entre policías y desempleados creaba un paréntesis de paz en el estallido social más importante que padece el país desde la invasión militar norteamericana de 1989. Los disturbios, iniciados el martes pasado, se saldaron con 30 heridos y 23 detenidos, y obligaron al Gobierno a decretar el toque de queda hasta el viernes.El levantamiento popular de Colón, coincidente en el tiempo con los sucesos de Los Ángeles, era una llamada de atención al Gobierno de Endara ante su falta de capacidad para afrontar el alarmante desempleo que sufre el país, con un 50% de su población -poco más de un millón de personas- en estado de cruda pobreza, según datos proporcionados por el propio viceministro de planificación, Bolívar Pariente.
Guillermo Endara, abandonado por la democracia cristiana que se asoció con él para auparlo al poder, no es sólo cuestionado hoy día por los desempleados de Colón o los indígenas y campesinos que se enfrentan por las tierras de Alto Bayano, el otro gran conflicto social de Panamá, sino por los propios empresarios del país, que le acaban de acusar de "inacción y falta de liderazgo".
A esto se le une también el escándalo que suscitan las continuas contradicciones públicas con las que se tiene que enfrentar a causa de su joven esposa, Ana Mae Díaz, quien se atrevió a manifestar, en pleno conflicto de Colón, que la policía debió haber disparado contra los insurgentes. Ana Mae Díaz, de 24 años, es calificada a media voz por la clase política panameña como una "arribista social", y cada día ejerce mayor influencia sobre el quincuagenario presidente.
Más de dos años después de la caída de Manuel Antonio Noriega y a siete de la devolución del Canal, aunque con la vigilancia permanente de. las tropas del general Tirnmons sobre el país, el régimen de Endara sufre una fuerte crisis interna y un desgaste de imagen motivado, además de por la ruptura de la alianza con la democracia cristiana, ahora en la oposición, por la soledad política que se ha ganado gratuitamente con los suyos al permitirse desplazar a la viuda del histórico Arnulfo Arias, el fundador del Partido Panameñista, de la candidatura a las presidenciales del 94.
La ruptura de Endara con casi todo lo que tiene al lado le ha llevado, al mismo tiempo, a enfrentarse a su viejo amigo y socio, Rogelio Cruz, procurador general de la nación. Cruz le destapó recientemente, sobre investigaciones judiciales, una supuesta conexión norteamericana en un intento de golpe de Estado que se supone iba a liderar el actualmente encarcelado coronel Eduardo Herrera, primer director de la Policía Nacional tras la invasión norteamericana.
El embajador de Estados Unidos, Deane Hinton, tuvo que intervenir en la polémica, extendida por Endara al recriminarle a Cruz una mayor y más precisa investigación, para cortarla por lo sano diciendo que todo era producto de una imaginación novelesca.
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