La crisis del agua podría evitarse con un plan de explotación de los recursos, según los expertos
El trasvase del Tajo, construido para aliviar hacia la cuenca de¡ Segura 600 hectómetros cúbicos de agua, sólo fluye 10 hectómetros. El trasvase es inoperante, porque se rige por normas caducas; los gestores de las confederaciones hidrográficas se pliegan a los intereses de usuarios y no administran el agua con arreglo a un plan global de explotación. Según el catedrático de hidráulica Juan Bautista Marco Segura, España necesita definir su política de recursos hídricos para evitar las crisis de suministro cada vez que deja de llover una temporada.
Las medias Marie Claire y el arroz indio de fabricación española tienen dos cosas en común: se exporta la mayor parte de su producción y se elaboran en dos pueblos azotados por la sequía. La fábrica de Marie Claire está instalada en Villafranca del Cid, un pueblo de 3.000 habitantes situado en el Maestrazgo castellonés que da trabajo a 700 personas de Villafranca y su comarca. La fundaron los Aznar, una de tantas familias de requetés navarros cuya doctrina echó raíces en las montañas del Maestrazgo.En Villafranca ya no quedan carlistas, pero se mantiene la industria textil que levantaron los Aznar, aunque la hayan traspasado a una multinacional británica. Su supervivencia, como la de otras pequeñas industrias textiles, depende del agua, escasa y extraída de unos pozos casi agotados.
En el extremo sur de la Península, en Los Palacios y Villafranca (Sevilla), a orillas del Guadalquivir frente a Doñana, se producían anualmante 200.000 toneladas de arroz. Estos arrozales salían carísimos al bosillo de los españoles. Su producción, además de estar subvencionada, nadie la quería, y pasaba a engrosar los excedentes agrarios europeos. Hace cinco años, de pronto, a alguien se le ocurrió sustituir el arroz tipo paella por el indio, que es el que les gusta a los centroeuropeos. Desde entonces, los arroceros del Guadalquivir exportan la totalidad de su producción a Centroeuropa, donde han desalojado del mercado a las grandes multinacionales de Estados Unidos.
La sequía de este año va a mermar la cosecha del Guadalquivir un 50%. En realidad, dada la escasez de agua, no debería plantarse más del 30% de un año normal, pero los arroceros han hecho caso omiso de las advertencias. Han plantado la mitad porque es su única garantía para recibir las ayudas establecidas por el Ministerio de Agricultura a las zonas afectadas por sequía. "Sólo ayudan a las zonas sembradas", dice Vicente Cebolla, presidente de los arroceros del Guadalquivir, y añade contundente: "Y si nos dan créditos al 2% o al 3%, que no piensen que los vamos a devolver". En la meseta castellana, el panorama se presenta particularmente oscuro para los agricultores que dependen del pantano de Santa Teresa, aguas arriba de Salamanca. Sólo les han autorizado regar durante una semana a partir del 6 de junio, lo justo para que prenda la cosecha. Lo que ocurra después es cosa del destino.
Quienes ya no podrán hacer nada por recuperar lo sembrado son los agricultores de cereales y secano en Tierra de Campos, Segovia, Salamanca y la comarca del Cerrato. Hay zonas secas donde una lluvia a tiempo ha hecho brotar la siembra; aquí la oportunidad no ha existido, de tal manera que los daños se evalúan en 66.000 millones de pesetas. En Castilla-La Mancha, las pérdidas no estarán evaluadas hasta la semana próxima. La Junta ha presentado a la Comunidad Europea un programa de compensación de rentas para que los agricultores que extraen agua desde los sobreexplotados acuíferos 23 (Mancha Occidental) y 24 (Campo de Montiel) estabilicen sus extracciones. Su posición es crítica: ven el agua del trasvase pasar, y ellos no pueden catarla. Las contradicciones se repiten. Se gasta el agua en riegos de productos excedentarios y no se puede desviar a zonas donde explotan al 150% sus escasos recursos, como ocurre con los tres millones de habitantes que pueblan Alicante, Murcia y Almería.
Para el catedrático Juan Bautista Marco Segura, una política hidráulica correcta debe compatibilizar las necesidades desarrollistas (aumentan el uso del agua) de Andalucía, Extremadura y el centro con el equilibrio alcanzado por regiones como Cataluña y la Comunidad Valenciana.
En la medida en que no se decida políticamente a qué carta quedarse en la distribución de los recursos, buena parte del agua se dilapida, según Marco Segura. El catedrático considera que es urgente la aprobación del Plan Nacional Hidrológico, cuyos estudios preliminares hace tiempo que están realizados. "No quisiera estar en la piel del político que tenga que presentarlo a la opinión pública. Se le echará todo el mundo encima. Será espectacular", dice.
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