Europa y la competitividad española
La competitividad de la empresa actual consiste en unos activos intangibles -la propia organización empresarial o alianzas para formar consorcios exportadores, entre otros- que dan ventajas y generan un alto valor. añadido, según el autor, quien propone todo un catálogo de políticas públicas que necesita el empresario español para competir mejor con los procedentes de países comunitarios.
La competitividad es el problema más importante de la economía española. Nuestra economía se ha abierto ampliamente al exterior tras la incorporación de España a la CEE, en 1986, en un contexto de internacionalización económica general y de dos proyectos europeos bási cos: el inmediato del merbado único y el de la fútura unión económica y monetaria forjada tras los acuerdos de Maastricht.Todo esto supone unos retos fundamentales para España que se concretan, dentro del campo empresarial, en el objetivo de mejorar la capacidad de la em.presa española para defender sus mercados y ampliarlos a través de la exportación, o sea, en el objetivo de fortalecer la competitividad española.
Es, por tanto, sencillo plantear el problema de la competitividad. La dificultad radica en el análisis del tema, dada la complejidad de los factores que intervienen, y en la elección de las propuestas prácticas de solución.
La competitividad de la economía española se concreta en la capacidad de nuestras empresas para competir con empresarios del resto del mundo, tanto en los mercados exteriores como en el nacional. Ésta es una definición amplia de competitividad que, en la práctica, puede limitarse a la competencia con otros países europeos y concentrarse en la exportación.
Estrategia empresarial
Un mensaje fundamental para el empresario español es que la competitividad de una empresa depende, en buena parte, de las estrategias que adopte a este respecto y de la estructura organizativa que tenga.
Una estrategia internacional clave, de uso creciente y que ha dado buenos rendimientos es la de centrar la competitividad empresarial en determinados activos intangibles; no competir, al menos exclusivamente, vía costes y precios, sino a través de diferencias empresariales que dan ventajas competitivas incorporando un valor alto a, la producción.
La empresa es el agente central de los mercados exteriores e interiores y compite, cada vez mas, con elementos diferentes, fuera de precio. La competitivi dad de la empresa actual se asienta fuertemente sobre acti vos intangib - les que dan ventajas competitivas y generan un alto valor añadido. stos elementos. intangibles incluyen a:
- La propia organización empresarial y sus estrategias.
- El tamaño de las empresas o la realización de alianzas interempresariales para formar, por ejemplo, consorcios exportadores o intemacionalizarse.
- El desarrollo de- redes de comercialización exterior (incluyendo los servicios posventa y la asistencia técnica).
- La creación de imagen, diseño o marcas.
- El esfuerzo en I+D para innovar productos o procesos.
1 - La aplicación adecuada de la tecnología.
- La estructura de los puestos de trabajo y la obtención de la formación requerida para los mismos.,
- El logro de la calidad y la atención al cliente.
Ante'esta situación de apertura internacional, en la que es necesaria la mejora de la Competitividad española, ¿qué pueden o deben esperar nuestros empresarios de la autoridad económica? El consenso de muchos economistas es bastante claro en diferentes aspectos. Repasémoslos brevemente.
La convergen cia de España hacia Europa para cumplir, en 1996, las condiciones de acceso a la última etapa de la unión económica y monetaria forma el eje esencial que ha de seguir nuestra, política económica erí los próximos años. La política macroeconómica actual muestra una combinación desequilibrada entre sus elementos fiscales y monetarios, recayendo en estos últimos la responsabilidad básica de la estabilidad de precios y -de la posición de la peseta en el Sistema
',Monetario Europeo, mientras que la política presupuestaria es expansiva.
Este desequilibrio ha de corregirse tomando el testigo la política presupuestaria y aplicando una orientación restrictiva de la demanda. Hay que recordar aquí que la futura unión económica implica dejar a la política presupuestaria como único instrumento de política macroeconómica al que las autoridades nacionales pueden recurrir ante perturbaciones (se pierde el control de las -políticas monetaria, arancelaria y cambiaria).
La reducción del déficit públiCo es otro aspecto esencial. El déficit de nuestras administraciones públicas perjudica al ahorro nacional y a la inflación y, como resultado, empeora nuestro déficit exterior. Resulta inevitable la coordinación y el control de los Presupuestos del Estado y de las comunidades autónomas. De esta manera, la política monetaria podtá admitir un descensode los tipos de interés.
Ingresos fiscales
En la vertiente de los ingresos públicos el camino pasa por la limitación de la presión fiscal y de las vías inflacionistas o privilegiadas de financiación del gasto. Recaudar, por otro lado, con ponderaciones diferentes, pasan-, do una mayor carga tributaria al consumo y liberando neutralmente el ahorro y la inversión. Reducir el fraude fiscal es otro punto importante. Los beneficios fiscales se han de concentrar en aspectos muy concretos, como el fomento de la I+D, la mejora de ciertos aspectos internacionales de nuestra tTibutación o el estímulo de la educación para el empleo.
En cuanto al gasto público parece necesaria una reflexión en profundidad sobre el papel del Estado en nuestra economía; plantearse la justificación actual de -la intervención pública y frenar su crecimiento global (en, cambio, reforzar el gasto en infraestructuras). Pienso, sin embargo, que el problema esencial del gasto público español radica en su gestión y en el control de su eficiencia. Lograr una Administración pública eficaz en su gestión es el mejor respaldo a la competitividad de la economía española y uno de los tema principales de la actualidad.
También parece bastante general la postura de apoyo a que el Gobierno lleve a cabo una política industrial moderna. Lo cierto es que políticas industriales siempre existen, la pregunta es: ¿qué tipo de política industrial? Una política industrial adecuada para nuestra economía no ha de plantearse con carácter general, sino, casi, caso por caso. No para mantener industrias ineficientes o empleos redundantes, sino cuando el enfoque de la competencia no genere un resultado eficiente. Un caso puede ser el de los grupos o corporaciones industriales con capital y estrategias adecuadas.
La política de fomento a la exportación es también básica en el tema de la competitividad de la economía española. El déficit exterior, estrangulamiento clásico de nuestro crecimiento, tiene como razón última la falta de ahorro interior, pero se vería suavizado con una mejora de la exportación. Dos variables centrales de la competitividad de cualquier economía son-el ahorro y la exportación.
En este área del comerció exterior se observan con claridad dos componentes muy enraízados del espíritu empresarial español; la visión cerrada al interior y poco abierta a lo internacional, y la primacía de la preocupación por la producción en ' detrimento de algunos de los elementos intangibles que se han mencionado anteriormente, como la creación de marcas o la atención al cliente.
-La posición del tipo de cambio de la peseta no es la panacea
Reforzar la política tecnológica, preferentemente en el área de las innovaciones de producción y proceso, y fomentar la competencia en los sectores más protegidos serían otros dos aspectos básicos de una actuación pública conducente a la mejora de la competitividad española. Respecto de este último punto es conveniente recordar que el nivel español de inflación en los servicios es el doble de los bienes, con unas expectativas futuras que mantienen, aproximadamente, la proporción: 8',5% en servicios y 4,6% en los bienes.
El. catálogo de las políticas públicas que necesita el empresario español para competir mejor está,, pues, dispuesto, La empresa española es el elemento central de la acción, aunque trabajadores y sindicatos han de actuar también con responsabilidad y prudencia. La protagonista principal de la competitividad es la empresa, que ha de desempeñar su papel en un escenario español de apertura económica internacional, tras una larga tradición contraria y con dos retos cercanos muy ¡inportantes: el del mercado único y el de la unión económica y monetaria. Las decisiones. empresariales que se tomen en estos próximos año! van a ser la garantía del éxito económico español y de nuestro acercamiento al nivel de bienestar de los países centrales europeos, pero necesitan del concurso de la acción sindical y de la actuación pública.
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