La guerra de aquí al lado
No falla: se han empeñado en darnos la comida todos los días. Nos almuerzan con bombardeos, cuerpos despedazados, cadáveres desnudos, fosas comunes, reportajes sobre personasen la cola del pan hechas papilla por las bombas, masacre en la que mueren civiles que esperan turno para conseguir agua o un poco de comida. Hospitales que parecen salas de despiece, niños llorando, madres angustiadas, sangre y destrucción por doquier...¡Menos mal que a los pocos minutos, la información se toma más liviana y gratificante! Incremento en la venta de automóviles, los fastos de la Expo, los actos elitistas del V Centenario, las Olimpiadas que vienen, la subida de la gasolina o la escapada de Su Majestad el Rey a Suiza. Y así nos sacudimos -cuál si de un molesto insecto se tratase- las inoportunas y desagradables imágenes.
¿Hacia qué clase de Europa caminamos... ¿Dónde está ese clamor popular auspiciado por las instituciones, por los sindicatos, por las iglesias..., por el extenso catálogo de entidades ciudadanas de toda índole...? El egoísmo europeo empieza en cada uno de nosotros, más preocupados por el escaparate de El precio justo que por las víctimas de Moldavia o Sarajevo.
O... ¿no será que la conciencia popular no encuentra en esta democracia de salón que nos han montado cauce para hacer expresiva su condena ante estas matanzas entre nuestros vecinos europeos y su encendida exigencia de que nuestros Gobiernos pongan todos los medios para evitar esta catástrofe...?
¡Mal comienzo tiene esa voluntad, de forjar una Europa unida sobre un solar sembrado de. muertos y rencores! La Europa comunitaria y esos aliados tan decisivos -cuando a ellos les interesa-, como es EE UU, tienen peso suficiente para paliar (si no acabar) con esta vergüenza que cubre a esta Europa tan egoísta como hipócrita. Tanto como lo somos nosotros.-
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