Arquitectura de la amnesia

Inicialmente encargado por la Expo 92 y posteriormente rechazado aduciendo "falta de espacio", el proyecto de Dennis Adams se enmarca en sus habituales parámetros discursivos: la recurrencia a los dispositivos de la arquitectura y a los mecanismos artísticos para suscitar una profunda reflexión ideológica acerca de las condiciones de nuestro tiempo. En este caso, el Pabellón del Este aparece ya desde su misma génesis como un pabellón negativo, como un pabellón invertido o un antipabellón.La obra de Adams se centra en la caída de los regímenes de los países del Este. Se trata, pues, de una reflexión más sobre la amnesia que sobre el recuerdo o la memoria: la gran maqueta del proyecto muestra una estructura cuadrada en cuyo interior pende una enorme bóveda invertida, que a su vez refleja distorsionadamente cuatro grandes bloques de hormigón en los que sendas transparencias iluminadas muestran imágenes de estatuas de destacados dirigentes comunistas derribadas en diversas ciudades de los países que hasta hace bien poco se decían del Este.

Aparece en primer plano la idea de ruina y de desecho como contraposición irónica y trágica al carácter habitualmente monumental y conmemorativo de la arquitectura de los pabellones de una exposición universal. Pero la ruina se refiere también a la propia caída de los regímenes de los países en cuestión, al tiempo que establece serios paralelismos con la ruina del pensamiento que tan gozosa y asiduamente parece estar celebrándose en el mundo del arte en estos últimos tiempos. Coincide con una exposición de Wodiczko en Barcelona -con la que habrá que establecer algún que otro malévolo paralelismo, en clara ventaja para el americano-, la obra de Adams debe hacernos reflexionar no sólo acerca de los parámetros críticos en la estructura del arte, sino también acerca de todo aquello que permite que la propia estructura subsista de la forma en que lo hace.