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Debate abierto sobre el código de conducta

Las últimas noticias sobre la intimidad de la familia británica y sobre el escándalo de las relaciones del ministro David Mellor con la actriz de origen español Antonia de Sancha han agudizado el debate sobre la necesidad de publicar un código ético que "reconduzca" y, en su caso, "elimine" los posibles abusos de la prensa.Pero, si se lleva a efecto, esta decisión no va a resultar facil ya que la propia Comisión de Prensa británica (Press Complaints Commission), órgano de autocontrol de la libertad de expresión en el Reino Unido, se ha definido, aunque no todavía de una manera formal, y ha señalado que los lectores de periódicos y, en general, los destinatarios de los medios de comunicación, tienen derecho a estar informados sobre la conducta de los políticos cuando su comportamiento pueda tener repercusión en la actividad pública.

Preocupación del Gobierno

La decisión de la Comisión de Prensa no es, efectivamente, vinculante, pero se ha producido en unos momentos en los que el Gobierno estudia la posibilidad de redactar un código de conducta para los periodistas y, curiosamente, el ministro Mellor, era el encargado de informar sobre este asunto dentro del Gobierno británico.

Entre las razones en contra de nuevas medidas restrictivas sobre la prensa se ha destacado el hecho de que ya desde 1990 los diarios británicos han adoptado un código de conducta interno en el que sobre la intimidad se dice concretamente que las intrusiones e investigaciones sobre la vida privada de las personas sin su consentimiento, no son aceptables como norma general y su justificación sólo viene avalada cuando se hace en aras del interés público.

Este punto del código de ética se refiere más concretamente a la revelación de delitos o faltas administrativas graves; a la revelación de conductas gravemente antisociales ; a la protección de la salud y todo tipo de seguridad pública; a evitar que el público sea engañado por alguna declaración o acción del personaje público, siempre que, naturalmente, las informaciones sean exigidas por su "interés público".

Algunos políticos estiman, sin embargo, que una gran parte de la prensa británica se ha saltado este compromiso de autocontrol al informar sobre las intimidades de la vida de la princesa Diana de Gales, incluidos sus supuestos intentos de suicidio. La sociedad británica ha empezado a preguntarse hasta qué punto es lícito asomarse, por ejemplo, a la intimidad conyugal de una pareja, aunque lleve el apellido Windsor.

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