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Los cinco muertos en el incendio de Cadiz quedaron atrapados en un lugar inaccesible

Sólo a pie y tras una hora de camino por una vereda de cabras se puede llegar a la Pasá del Quejigo, la quebrada de donde fueron rescatados ayer los cuerpos carbonizados de los cinco trabajadores de Alcalá de los Gazules y Bornos que murieron el lunes cuando luchaban contra un incendió forestal que ha calcinado más de 800 hectáreas en el parque natural de Grazalema, en la sierra de Cádiz. Dos brigadas de especialistas tardaron cuatro horas en rescatar los cadáveres de las víctimas, que murieron carbonizadas en pocos segundos. Fueron encontrados en la postura de la muerte: sentados con las manos sobre el rostro.La sierra aún despedía calor y humo cuando los dos equipos de la Brif (Brigada. de Intervención Forestal del Icona) de la Pata del Caballo, en Huelva, intentaron acercarse en helicóptero a la Pasá del Quejigo. Imposible. Después de varios intentos, el helicóptero consiguió sostenerse en un saliente de la Loma de la Ensillá, a un kilómetro de donde se encontraban los cuerpos carbonizados de Bartolomé Toledo, Diego Márquez Toscano, José Jaén, José Castro Lozano y Manuel Andrade Cervera.

Nadie sabía qué les había ocurrido desde que a media tarde del lunes los equipos de transmisión se sobresaltaron. "Yo les oí", cuenta un especialista del Brif.- "Gritaban agua, agua, que el avión cisterna se acercara, que les echara agua encima, que se asfixiaban". Unos segundos después ya no se oyó nada.

El helicóptero realizó ayer numerosos, vuelos sobre la, zona, uno de ellos para que el juez de Arcos de la Frontera (Cádiz) inspeccionase la zona y ordenara el levantamiento de los cadáveres.

Cristóbal Sánchez, que nació hace 64 años en Zahara y que se conoce de memoria cada palmo de la sierra, se indignaba ayer cuando se dirigía a pie al lugar donde estaban los cuerpos: "Estas son abulagas", dice señalando el, terreno, "que es un matorral que arde mucho; esto es una porquería, no vale nada y no había por qué defenderlo".

Sánchez, al igual que los especialistas del Brif y algunos vecinos de Zahara, considera que los trabajadores muertos fueron obligados a meterse en una ratonera. Cristóbal Sánchez sentencia: "Las cosas pasan porque tienen que pasar, pero hay veces que no tienen por qué pasar".

"No eran de aquí y no conocían el terreno. La culpa no es de la preparación, ni de los equipos, ni siquiera del fuego; la culpa es que se metieron donde era imposible escapar", aseguraba entre lágrimas un familiar de Diego Márquez. La versión oficial es bien distinta: "Los cinco fallecidos, con amplia experiencia adquirida en la extinción de incendios forestales, fueron víctimas de un accidente tan poco frecuente como es la ignición súbita de matorral al alcanzar elevadas temperaturas", según un comunicado del Infoca.

A Grazalema se acercó antes de la medianoche el presidente andaluz, Manuel Chaves, quien manifestó: "Estos hombres han arriesgado sus vidas por salvar una parte del territorio andaluz". Y añadió: "Hay sospechas racionales de que fue provocado, lo que exige una investigación".

Ya a esa hora se conocía el testimonio de un pastor que decía haber visto un Seat 127 blanco con matrícula de Cádiz salir con las luces apagadas de uno de los focos del incendio. La Guardia Civil asegura que el sospechoso ya está identificado. Los, vecinos están seguros de que el incendio se debe a un ajuste de cuentas entre cazadores.

Los entierros de los fallecidos en Alcalá de los Gazules y Bornos se celebraron ayer con la asistencia de la mayoría de los vecinos. En Alcalá participaron 4.000 personas de las 6.000 que viven en la localidad. El entierro de Bornos reunió a casi la totalidad de los 7.000 vecinos.

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