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El caribeño Patrick Chamoiseau gana el Goncourt con una obra de literatura 'criolla'

El autor describe su novela como "la aventura de la diversidad del mundo"

Francia seguirá siendo Francia mientras con el otoño lleguen los vinos nuevos y los premios literarios. El ritual del más prestigioso de esos premios se cumplió ayer con exactitud. Tras una copiosa y bien regada comida en Chez Drouant, los miembros del jurado del Goncourt anunciaron que el ganador de este año es el escritor martiniqués Patrick Chamoiseau, autor de la novela Texaco, un gran fresco caribeñ publicado por Gallimard.

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La Martinica existe

¿Qué significa la casi impronunciable palabra Galligrasseuil, que los críticos literarios franceses llaman con sarcasmo "la contraseña" o el "ábrete sésamo" del Goncourt? Significa Gallimard, Grasset y Le Seuil; es decir, los tres editores que suelen repartirse este premio literario.El Goncourt, que premia a una novela recién publicada, es un gran negocio. En un país tan adorablemente literario como es Francia, el autor de la obra ganadora se convierte durante unos días en una estrella de los medios de comunicación. Las cadenas de televisión se lo disputan como si fuera la actriz más sexy del momento. Premio Goncourt es sinónimo de venta segura.

Un "buen Goncourt", explicaba ayer a EL PAÍS un jefe de prensa de Gallimard, supera los 300.000 ejemplares de venta, y uno "muy bueno", los 500.000. El quiosquero Jean Rouaud, vencedor en 1990, vendió 575.000 ejemplares de Los campos de honor, una cifra extraordinaria para una primera novela. Pero la plusmarca absoluta la sigue tendiendo Marguerite Duras con El amante, triunfadora en 1984. Hasta la fecha se han vendido tan sólo en Francia F5 millones de ejemplares.

Tres escritores -Patrick Besson, Patrick Chamoiseau y Frederic Weyergans- se despertaron ayer con la condición de aspirantes al Goncourt. Chamoiseau competía con Texaco, nombre de un barrio miserable de Fort-de-France, la localidad caribeña en la que él nació hace 38 años. Chamoiseau, que se encontraba en Estrasburgo, respetó la tradición que manda que ninguno de los autores en liza ponga los pies en Chez Drouand.

En Chez Drouand estaba el jurado. Intentando, como cada año, que el ganador no coincidiera con el favorito de la prensa. Nada irrita más al jurado del Goncourt que la impresión de que se le impone de antemano un nombre, por lo que son frecuentes las sorpresas. Así el muy popular Bernard-Henri Lévy fue derrotado en 1988 por el entonces casi desconocido Erik Orsenna, y el no menos famoso Philippe Labro mordió el polvo en 1990 frente al quiosquero Rouaud.

Lévy y Labro se consolaron pensando que se puede ser un gran escritor y no haber ganado nunca un Goncourt. Es lo que le ocurrió a Louis Ferdinand Céline con su Viaje al fin de la noche. Céline estaba convencido de que su novela ganaría el Goncourt de 1932, pero el premio fue para Guy Mazeline. ¿Quién se acuerda hoy de Mazeline?

El precio del éxito

A Chamoiseau le tocó en la tarde de ayer someterse a la primera tortura del ganador: las entrevistas. Informó con pudor de su condición de trabajador especializado en asuntos sociales, antes como visitante de prisiones y ahora como educador de jóvenes en dificultad. Y explicó así la literatura criolla, que este año ya había sido homenajeada con el premio Nobel concedido a Derek Walcott: "La literatura criolla parte del principio de que no existe en nuestro mundo nada que sea pequeño, pobre, inútil, vulgar o incapaz de enriquecer un proyecto literario". Y dijo también una cosa muy cierta y muy hermosa: "Mi novela se basa en la idea de que en adelante hay que vivir la gran aventura de la diversidad del mundo".

A partir de hoy, Chamoiseau partirá de gira por las librerías de provincias. En todas partes le esperará abundante comida y bebida. "Qué horror: yo engordé doce kilos en las semanas que siguieron a mi Goncourt", recordaba ayer Yann Queffélec, vencedor en 1985. ¡Y eso que las básculas no miden el brutal incremento de peso del ego de los ganadores!

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