_
_
_
_
Tribuna:A LA INTEMPERIE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tampoco sabemos para que sirve el páncreas

Juan José Millás

La mayor parte de la gente a la que he preguntado no sabe para qué sirve un delegado del Gobierno, lo que no quiere decir que no sea útil, sino que su trabajo, aunque necesario, no se desarrolla, como el de un alcalde o un ministro, en la primera fila de la representación política. La mayor parte de la gente también ignora para qué sirve el páncreas, lo que no quiere decir que su existencia constituya un error. Yo me he quedado muy tranquilo al leer la entrevista que Gabriela Cañas le hizo hace unos días a Miguel Solans, nuevo delegado del Gobierno en Madrid, y ver que tampoco él sabía muy bien para qué sirve un delegado: al fin y al cabo, el páncreas no sabe nada de sí mismo. "Yo intuyo", decía, no obstante, Solans "que la función fundamental de esta delegación es intentar coordinar los esfuerzos de todos". Pues está bien, es un trabajo muy bonito que fomentará el hábito de trabajar en equipo, al que tan poco dados somos.Miguel Solans, que en relación a su nuevo trabajo sólo tiene intuiciones, está sin embargo lleno de certidumbres en lo que se refiere, por ejemplo, al asunto de la droga. Su experiencia de siete años como responsable del Plan Nacional contra la Droga, le ha confirmado que una política despenalizadora traería más problemas que ventajas. "Lo que digo", dice, "es que no soy partidario de la venta y del tráfico de drogas. Y que me parece bien que esté como está: el consumo con sanción administrativa, y la venta y el tráfico, con sanción penal". O sea, que está bien como está, aunque a algunos les parezca que está mal como está, no ya porque los drogadictos fumen o se inyecten arsénico o polvo de mármol, sino porque tal como está es evidente que a lo más que se puede aspirar es a perpetuar el problema. No vamos a discutir ahora sí la solución pasa o no pasa por la despenalización, pero lo que sí parece claro es que como está no está bien.

Miguel Solans confiesa en la misma entrevista que aún no conoce sitios como La Celsa o Las Fronteras, a pesar de los siete años al frente de la cosa. A lo mejor no tiene que alejarse tanto de su despacho, que siempre es un incordio: yo conozco barrios muy céntricos, donde van a pasar la tarde de los viernes y sábados multitud de adolescentes, en los que hay un vendedor de droga adulterada en cada esquina a precios que están al alcance de la clase media. O sea, que intuyo que esto es un desastre y me parece que hace falta mucha sumisión o mucha adicción al puesto para decir que las cosas están bien como están. Por otra parte, Miguel Solans ya ha advertido que no consentirá que el próximo viernes, día del comienzo de las vacaciones escolares, los estudiantes tomen el centro de Madrid y se produzcan los desórdenes de otros años. Para ello va a utilizar su intuición, coordinando sus esfuerzos con los de la Concejalía de Seguridad del Ayuntamiento. Está muy bien, no le vamos a criticar por eso, pero habríamos agradecido que junto a la amenaza o a la recomendación de no romper escaparates, animara a los jóvenes a tomar Madrid en el buen sentido de la palabra. Yo no sé si esto es competencia de un delegado del Gobierno, su intuición se lo dirá, pero quizá debería saber que esta ciudad es especialmente dura para los niños y para los adolescentes. Revise usted una guía de Madrid y verá que no hay muchos sitios preparados para que estos colectivos se diviertan. El problema de nuestros adolescentes es que sólo sabemos dónde están cuando ponemos a la policía detrás de ellos.

El año tiene otros viernes, muchos de ellos de dolor, en los que nuestros jóvenes desaparecen en abismos que usted, evidentemente, ignora, y que están más cerca de su despacho que La Celsa o Las Fronteras. Quizá acabe usted siendo un buen delegado del Gobierno -signifique lo que signifique eso- pero su discurso inicial resulta un poco pancreático.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_