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La policía registró en la plaza Mayor a los estudiantes que ayer hicieron pellas

Ana Alfageme

Los estudiantes de Madrid aún tenían clase ayer, pero muchos se tomaron el día libre. Los que decidieron ir a la plaza Mayor se encontraron con más uniformes policiales que nunca, el mercadillo cerrado -por segundo año- y las entradas vigiladas cuidadosamente por la Policía Municipal, que registraba, uno a uno, los bolsos y bolsillos de los jóvenes. No hubo, así, violencia. Pero a escasos metros, los minis de cerveza pasaban de mano en mano, también en la calle. Las auténticas vacaciones de Navidad -el martes- tendrán, en la plaza, idéntico recibimiento.

Por primera vez en muchas navidades, la plaza Mayor no estaba mojada de nieve artificial. El año pasado, algunos estudiantes conseguían llevar los pulverizadores camuflado s en una bolsa, ante el fuerte despliegue policial. El mercadillo navideño, por orden del Ayuntamiento, había cerrado sus puertas. Aun así, hubo siete detenidos y los estudiantes de fiesta prendieron fuego a un montón de aerosoles vacíos. Hace dos años, 10.000 estudiantes tomaron el centro y causaron destrozos en la plaza.Este año, el viernes más cercano a la Navidad era lectivo, pero decenas de estudiantes hicieron pellas en la plaza Mayor. Los agentes municipales fueron implacables. Los chavales eran registrados uno a uno, y también sus bolsos. No se permitían pulverizadores, ni bebidas, con o sin vidrio. Los policías que custodiaban la entrada de la calle de Ciudad Rodrigo se habían quedado, por la mañana, con un puño americano y una navaja, fruto de los registros.

Dentro de la plaza aguardaban más agentes -150 municipales y decenas de agentes antidisturbios del Cuerpo Nacional de Policía- que jóvenes. Los comerciantes se alegraban de semejante despliegue, pero los vendedores del mercadillo estaban que trinaban. "Tenían que cerrar los bares, no nosotros, que beben y se ponen como locos", decía una mujer, sin poder vender abetos.

Los soportales estaban separados por vallas y los locales más transitados eran los bares. Fuera, en la misma calle de Ciudad Rodrigo, los minis pasaban de mano en mano entre los jóvenes más peleones. La ambulancia municipal sólo había atendido, hasta mediodía, a dos borrachos mañaneros.

Copas por suspensos

A la hora de comer, un vecino de la calle de Cuchilleros, junto a la plaza Mayor, bajó las escaleras de su casa con un cuchillo de cocina y, según un testigo, sólo la policía impidió que se abalanzara sobre los jóvenes. Según la Policía Municipal, los jóvenes le insultaron cuando él estaba en el balcón. Ni corto ni perezoso, cogió un respetable cuchillo de cocina y bajó las escaleras. Varios agentes le sujetaron y luego le denunciaron en comisaría. Los estudiantes no se privaron de insultarle.Fuera de Madrid, la discoteca Stress de Torrejón de Ardoz había preparado para los alumnos de instituto una fiesta de las pellas, informa Duró media hora. Sobre las 12.30 se anunciaba por megafonía la visita de la policía "en diez minutos" y se rogaba a los menores de 16 años y a aquellos que no tuvieran carné que abandonaran el local. La estampida fue general.

En las papeletas de entrada a la discoteca podía leerse: "No te preocupes por faltar a clase. Nosotros te damos el justificante", a la vez que se invitaba a los asistentes a barra libre desde las doce hasta la una de la tarde. "Por cada dos suspensos te invitan a un litro de cerveza", decían los chavales.

Francisco, encargado de Stress, aseguró que invitarían a los jóvenes a cerveza tan sólo durante 10 minutos y sin que tuviera nada que ver con aprobar o suspender. Varios padres de alumnos de instituto de Leganés se han quejado de que locales de esa ciudad incitaban también a los estudiantes a hacer pellas a cambio de alcohol.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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