Nuevos ensayos para el milenio
El 'mestizaje de ideas' florece en España para dar respuesta a problemas inéditos
Si en época de crisis la gente busca lecturas que le expliquen el mundo, y no tanto que se lo cuenten, ésta es una época de crisis. De una consulta realizada entre editores y escritores españoles se desprende una conclusión: florece el ensayo. Ahora bien, no se trata del ensayo clásico, de especulación más bien abstracta, fronteriza con la filosofia, sino de libros casi especializados, próximos a la divulgación, que buscan respuestas concretas a nuevos problemas. La gran novedad es la divulgación científica, que comenzó con la Historia del tiempo, de Stephen Hawking.
El síntoma más claro es que aumentan ligeramente las tiradas, se crean nuevas colecciones y, lo que es más revelador, se ven libros de ensayo en manos de lectores que antes sólo abrían novelas. Los temas y el grado de profundidad con que se abordan indican de qué tipo de ensayo se trata: divulgación científica (notablemente, enfermedades como el sida); y en el campo político, un comienzo de explicación política tras la caída del comunismo, las tensiones Norte-Sur o el debate nacionalista; o problemas sociales acuciantes, que atañen a la vida diaria de todos, como los derechos de la mujer o el racismo.Por ensayo se entienden muchas cosas, recuerda Manuel Rodríguez Rivero, director literario de Espasa Calpe, y por lo general tiende a designar la macrocategoría anglosajona de la No Ficción, que abarca el ensayo clásico, tipo Montaigne; la divulgación, y, actualmente, un tipo de escrito que se caracteriza por su flexibilidad estilística, variedad temática y, sobre todo, mestizaje de disciplinas, a la vez que oportunidad de su publicación: el libro de ensayo que nace "en el momento preciso".
A veces este tipo de libro alcanza grandes tiradas, dice Enrique Murillo, director literarilo de Plaza y Janés, como el libro de Hawklng; la obra Ética para Amador, de Fernando Savater, nacido quizá en un momento de indagación ética en la sociedad española, o La nueva mente del emperador, del físico Roger Penrose.
La Tercera Cultura
El llamado libro kleenex (libro de usar y tirar que también ha florecido en los últimos tiempos) no entra en esta categoría, dice Felisa Ramos, directora literaria de Destino, pues no es oportuno, sino oportunista, y, con independencia de las opiniones sobre su valor, difícilmente se le puede considerar ensayo.
Esta semana nace la editorial Acento, con la que el grupo SM, hasta el momento centrado en libros para niños y jóvenes, se dirige por primera vez a un público adulto. Y comienza significativamente con una colección de ensayo.
Los tres primeros títulos de Acento son El nuevo concierto europeo, de Jacques Delors; Poblaciones en peligro, el informe anual de la organización humanitaria Médicos sin Fronteras, y Armonías discordantes, libro de ecología de Daniel Botkin. En breve saldrá Memoria de los años decisivos, de Mijaíl Gorbachov, cuyos derechos, más bien altos para el sector, han sido negociados por un agente internacional, John Brockinan, de Nueva York, representativo de lo que está ocurriendo: atento a nuevas ideas, es uno de los promotores, desde la industria, de la llamada Tercera Cultura.
Acento decidió empezar por el ensayo, explica Luis Suñén, director literario, por considerar que es en España "una zona en la que se pueden decir cosas nuevas y con personalidad propia". Para Suñén, en los últimos años "se ha ampliado el espectro", sobre todo con la llegada de una "nueva prosa científica".
Otros síntomas editoriales: Taurus, pionera en el sector y responsable de la introducción en España de corrientes significativas del pensamiento contemporáneo, como la Escuela de Francfort, prepara un relanzamiento para los próximos meses. Y Anagrama, que en la última época se ha caracterizado por la edición de narrativa, vuelve a sus orígenes -pues comenzó sobre todo como editorial de ensayo, y cambió cuando se hizo evidente la importancia de la nueva narrativa-, y, sin olvidar la novela, amplía sus cuatro colecciones de no ficción hasta sumar 20 títulos al año.
Jorge Herralde, su editor, está atento sobre todo a un tipo de ensayo heterodoxo, ya sea en el periodismo, por ejemplo, con autores como Wallraf, Wolfe o Kapuscinski, o en las ciencias sociales, a libros precedidos de cierta polémica. A juicio de Herralde, el anterior buen momento del ensayo en España, en los años setenta, se debió a que había "no lagunas, sino océanos por colmar". El que se anuncia ahora aunque tampoco hay que exagerar", advierte Herralde, pues "el gran ensayo se sigue vendiendo poco"- se debe a que "vivimos en un tiempo de perplejidades, más de preguntas que de respuestas".
La curiosidad picada y la intuición cegada
"No está claro que se mueva el ensayo, sino en todo caso la materia ensayizable", dice el sociólogo Enrique Gil Calvo, de 46 años, que se dispone a publicar en Anagrama Futuro incierto, título que en sí mismo un diagnóstico. "Y adeinás", explica, "el nuevo ensayo va por ahí: textos más bien cortos y ágiles, con voluntad de calar en lo real, dirigidos a lo que podría ser un lector culto de periódicos: gente con voluntad de conocimiento y que en España no son tan pocos: unos 500.000. No todo el mundo está colgado de la televisión. En estos lectores, más que en los políticos o en los expertos, se encuentra el futuro"."Es la realidad social la que está cambiando a velocidad de vértigo", dice Gil Calvo. "Se puede olfatear la zanahoria: lo que no está claro es que el, burro, que somos los ensayistas, seamos capaces de seguir la zanahoria. En muy poco tiempo va a cambiar todo, lo que no se sabe es hacia dónde. Así que estamos con la curiosidad picada, pero me temo que la intuición cegada: para el ciudadano de a pie es malo por la perplejidad y la, incertidumbre, pero la situación crea una demanda potencial de ensayos. Hace tiempo que el ciudadano pasaba del ensayo. Ahora, por así decirlo, hay un cierto suspense
Ahora bien, advierte Gil Calvo, "puede que exista cierta desconexión entre los lectores, potencialmente abundantes, y los ensayistas, escasos para esa situación. La razón", explica, "es que la realidad está cambiando tan deprisa que desmiente todos los instrumentos metodológicos que teníamos hasta ahora. Estamos en una mutación histórica y no es el momento de: improvisar una teoría".
Escritura transversal
El tipo de juego de escritura que cada ensayista elija depende de su relación con ella, dice Fernando Savater, para quien la mayor parte de los ensayistas "escribe bastante rnal". "Es como todo: para unos la escritura es un coche en medio de un atasco, y a otros nos gusta conducir". Savater prepara en la actualidad un texto inspirado en Voltaire, en la línea de su narración filosófica La escuela de Platón.Para Rafael Argullol, ganador del último Premio Nadal con una novela de ideas y padre de la expresión escritura transversal para aludir al nuevo mestizaje, la baja de popularidad del ensayo en los últimos años no se correspondía con lo que ocurría en Francia e Italia, por ejemplo. La prueba es que ahora priman las traducciones de ensayistas y que cierta narrativa, a su juicio, "se ha evaporado". Ello se debió a la debilidad de fondo de la cultura española, "a un pragmatismo fácil y a un seguidismo estúpido".
"Lo que se respira en la atmósfera es el ensayo en su sentido de tentativa", dice Argullol, y así, "el ensayo sería lo ideal para intentar formas nuevas", algo favorecido por el hecho de que "el tiempo actual es proclive al ensayo vinculado con lo mítico e imaginativo". Ciertos ensayistas borran las fronteras entre lo literario y el pensamiento, como Peter Handke o John Berger. A juicio de Argullol, el futuro será 1a crítica de lo que hemos vivido en las últimas décadas -la apatía espiritual-, sin conformar por ello una doctrina en el sentido decimonónico. En cualquier caso, dice, "el manierismo está condenado".
Babelia
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