El verdadero voto cautivo
Este sábado, en la mítica cárcel de Carabanchel la misma, que el franquismo llenó de mártires políticos- no es un día especial. Mañana son las elecciones, en la televisión han insistido machaconamente con la idea de que este país se juega cuatro años de su futuro a dos únicas cartas, pero en los pasillos de la primera galería, el 64 es noticia de última página. Solamente 25 de los 2.059 presos han podido votar por correo. El resto pasan, o no les dejan. De modo que esta mañana se han levantado a las 8, han desayunado chocolate con leche, bizcochos y pan con mantequilla, y han empezado una nueva, rutinaria e interminable jornada. Son unos más de los 43.000 presos que hay en España; una población que, como las autovías, se ha multiplicado por tres durante la década socialista.Estoy con 12 presos en los locales de Radio Actividad, na emisora gestionada por los reclusos. La mayor parte son preventivos y la mayor parte, también, han dado con sus huesos en la cárcel gracias a las drogas. Juanjo (49 años, estafador) es el veterano; lleva 14 años en chirona. "A nosotros nos interesa la política, pero no creemos en los políticos". En cualquier caso, asegura, los reclusos, como buenos marginados, son de izquierdas. Un minisondeo realizado en la prisión le da la razón. El 341/o de los encuestados votaría a Anguita; PSOE y PP empatan, con el 27% de las preferencias.
Manolo es insumiso, tiene 24 años, y aunque lleva aquí sólo 12 días ya sabe que, cuando llega la campaña electoral, los partidos ni aparecen. "Solamente se acuerdan de los de la tercera edad, porque nosotros no votamos". La ley no se lo permite a la mayor parte de los condenados, y a los preventivos la falta de papeles y la dejadez de algunos funcionarios se lo hace prácticamente imposible. Jose, un atracador de 24 años, es el encargado de poner el tópico en circulación: "Los políticos son los que deberían estar aquí dentro". Otro Manolo (33 años) votó al PSOE en 1982 y ahora piensa que habría que legalizar la droga.
Luego está la cuestión de los programas. A los presos, el AVE, el Plan Hidrológico y la convergencia se la trae al fresco. A Emilio, que es narcotraficante y espera desde hace 40 meses que el famoso juez Bueren abra paso al juicio, le preocupa la aceleración de los procesos. Miguel Ángel, un drogadicto de 24 años, pide que haya más centros de desintoxicación. Ángel, de 31 años, fue juzgado y condenado en 1984 a seis años por robo con intimidación. Apeló y, mientras se alargaba la vista, le dio tiempo a casarse y a encontrar un trabajo. No ha vuelto a cometer un delito, pero ha perdido en el Supremo y, nueve años después, acaba de ingresar en prisión. Y eso es, precisamente, lo que le preocupa.
Son solamente algunas historias y es probable que suenen a viejas. Pero hoy sábado, en la mítica cárcel de Carabanchel, 2.059 internos las van a volver a rumiar en su particular jornada de reflexión.
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