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El Papa justifica históricamente el marxismo y marca las distancias de la Iglesia frente al capitalismo

ENVIADO ESPECIALEl marxismo tuvo un "alma de verdad, que le permitió presentarse como fascinante incluso en las sociedades occidentales", ya que respondía a "necesidades históricas" que eran "reales y graves". La doctrina social católica no es, por otra parte, un subproducto del capitalismo, sino el reflejo de la "distancia frente a la ideología capitalista" adoptada por la Iglesia desde hace un siglo, por considerar que dicha ideología es "responsable de graves injusticias sociales". El Papa marcó así ayer en Riga la posición de la Iglesia en un momento que considera histórico.

La capital de Letonia es la imagen misma de la nueva prosperidad de los países a los que el estallido de la Unión Soviética devolvió la independencia en 1991. Una fiebre empresarial y un consumo que ha saltado décadas en pocos meses -subrayando las serias diferencias sociales existentes-, a pesar de que la crisis internacional ha ralentizado el proceso de inversiones internacionales, configuran ese nuevo mundo en el que los términos libertad y capitalismo se asocian naturalmente frente a la experiencia fallida de cuatro décadas de "socialismo real". El factor nacionalista refuerza esa ligazón, que se concreta en el resentimiento anti ruso.

"La situación de explotación que un capitalismo inhumano impuso al proletariado desde los albores de la sociedad industrial representó una iniquidad que también la Iglesia condenó abiertamente", sostuvo ayer el Papa polaco. Tras León XIII, y su encíclica Rerum Novarum, recordó, "Pío XI, en la Quadragesimo Anno, usó palabras claras para estigmatizar el imperialismo internacional del dinero".

"Yo mismo", prosiguió el Pontífice, "tras el fracaso del comunismo, no he dudado en plantear serias dudas sobre la validez del capitalismo, entendiendo por tal expresión no la simple economía de mercado, sino un sistema en el que la libertad económica no queda encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral".

Las críticas papales al capitalismo no se refieren, pues, "a sus aspectos técnicos y organizativos", sino a la valoración ética de sus resultados. Se trata del mismo terreno sobre el que se asienta la condena eclesial del comunismo. "Era una solución destinada a fracasar", afirmó ayer Juan Pablo II en relación con éste último. "Cuando se priva a la persona de cualquier referencia transcendente, se la convierte en poco más de una gota en un océano ( ... ) Y así pudo suceder que, en nombre de una clase o de un presunto bien de la sociedad las personas individuales fuera oprimidas, cuando no suprimidas", añadió.

"Del valor del hombre surge el valor de la sociedad, y no viceversa", es la máxima que el Papa propuso en este discurso pronunciado ayer por la tarde ante los intelectuales reunidos en la Universidad de Riga.

Centrado en este tema económico, el Papa evitó referirse al problema social más grave que vive Letonia en estos momentos: la política discriminatoria del Gobierno frente a la minoría rusa y los consiguientes problemas planteados por Moscú a la retirada de sus tropas. Durante los dos días de su estancia en Letonia, sólo ha hecho una breve referencia genérica a la necesidad de la reconciliación, aunque todavía tendrá oportunidad de mencionar el problema ruso al despedirse hoy de Letonia, o durante las 10 horas que aproximadamente pasará en Estonia antes de regresar a Roma, esta noche.

El Papa tampoco ha pronunciado en Letonia sus conocidas críticas al consumismo y a la libertad sexual, probablemente porque entiende que debe moderar su magisterio moral en un país donde la mayoría de la población es luterana.

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