Exito de 'La vida con un idiota', de Schnittke
El IX Festival Internacional de Música Contemporánea coincide, premeditadamente, con la asamblea general del Consejo Internacional de la Música de la Unesco y el congreso. sobre La creación musical contemporánea. Alicante se ha llenado de figuras conocidas en el mundo musical que si, por razones de su trabajo, no podrán estar presentes en la apretada agenda de conciertos preparada por Tomás Marco y José Luis García del Busto desde el INAEM, no faltaron al estreno español de la ópera La vida con un idiota, representada en el teatro Principal según la producción del Teatro de Cámara de Moscú, que dirige Borís Pokrovski, del que los lectores recordarán su excepcional montaje de La nariz, de Shostakóvich, en el Festival de Otoño madrileño.
La vida con un idiota, estreno mundial en Holanda el 13 de abril de 1990 en la versión de Pokrovski ha dado lugar a muchos comentarios por cuanto encierra de crítica al sistema comunista soviético y hasta por las alusiones directas a alguno de sus principales líderes. Sin embargo, lo que la pieza tiene de alegoría me parece lo menos interesante por su cariz simplista y sus connotaciones burdas. En cambio, el entramado dramático funciona a la perfección, dentro de una línea heredera de las tradiciones rusas.
Sobre el libreto de Víktor Eroféiev, en su día intérprete oficial de Stalin, Schnittke ha desplegado su eclecticismo o pluriestilismo que le caracteriza, y que, más o menos, le sitúa en el ancho y confuso campo del posmodernismo. Si en el primer acto predomina el pulso dramático, determinante del ritmo de la partitura y de la acción, en el segundo el compositor se repliega a las trincheras del lirismo, la orquesta se individualiza y todo adquiere un cierto talante conformista, pero no exento de belleza.
Trabajo perfecto
Yo no sé si la obra en manos de otro realizador y otra compañía causaría el mismo efecto, pues Pokrovski hace un trabajo perfecto. Todo está meditado y calculado con precisión, y hasta el último figurante actúa con conciencia dé protagonista. La vocalidad con que el texto está tratado por Schnittke abunda en soluciones recitativas, aunque se detenga a veces en expresiones cantables y líricas. Junto a los protagonistas, el pueblo está presente, cosa que sucede en la ópera rusa desde Mussorgski hasta nuestros días. Vova, el idiota, que es el personaje central, fue encarnado por Nikolái Kurpe de manera que roza lo genial, en tanto el matrimonio que ha de cohabitar con él tuvo en Evgeny Boluchevski y en Olga Shalaeva asumidores, más que intérpretes, de primer orden. La parte musical, a cargo de Lev Osovski y Anatoli Levin, y el escenario, de Víktor y Rafael Volski, se integran en esa soberbia lección de teatro que nos da el viejo Pokrovski.
Babelia
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