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Entrevista:

"Si fueran infelices no comprarían tanta gasolina"

Juan Cruz

A Alfonso, el cerillero del Café Gijón desde hace 20 años, le parece que esta ciudad es ahora más invivible que antes, pero opina que "si la gente no fuera feliz en ella, no compraría tanta gasolina" Enfundado en su habitual ropa de trabajo, el hombre al que Manuel Vicent llama "el banquero del Gijón", porque les presta dinero sin interés a todos los habituales de la casa, lleva dos décadas comprobando que a pesar de todo persiste la bohemia en Madrid, y, además, la gente sigue creyendo, como creyeron Umbral y Martínez Sarrión, que venir por aquí ya le convierte a uno en un escritor. En ese ambiente, Alfonso (que se llama Alfonso González Pintor -"aunque no pinto"-, de 60 años, está casado, tiene hijos y una nieta) es una institución cuya naturaleza banquera le ha valido el apodo de "Alfonso Escárnez". Desde su atalaya en Recoletos, este personaje, que el citado Vicent sitúa en los aledaños de la novela negra, habla de Madrid.Pregunta. ¿Es Madrid mejor que cuando usted vino al Café Gijón?

Respuesta. Ahora es más invivible. Es una ciudad dura, donde la insolidaridad es mayor que cuando me trajeron mis padres de Barruelo de Santillán, donde nací, en Palencia. Entonces, cuando había jardineras, todo el mundo podía ser amigo tuyo; ahora, sin embargo, cuando te encuentras con un amigo lo primero que te pide son 1.000 pelas, y luego desaparece y no le ves más.

P. ¿Le pasa a usted eso con sus préstamos?

R. No, porque son verdaderos amigos a los que les presto lo que me dan otros, y como me lo dan sin interés, pues yo lo presto también sin interés. P. ¿Para qué le piden prestado?

R. Ellos sabrán.

P. ¿Cómo se ve Madrid desde este lugar?

R. Aquí ha pasado de todo, de lo bueno y de lo malo; pero se ve bien la vida, porque la gente es cojonuda, de veras, y sobre todo la juventud, que es una buena juventud. Es tan buena la gente que se cuentan el veraneo cuando regresan de la playa, y eso es lo peor que se puede aguantar cuando se está en una tertulia. Claro que hay vagos, como dice Solchaga, pero si Solchaga les buscara trabajo no estarían por ahí dando guerra.

P. ¿Le ha sentado bien la libertad a Madrid?

R. La libertad siempre sienta bien. Yo, por ejemplo, soy el más feliz de los madrileños porque no tengo ni egoísmo ni vanidad. Quiero a la gente -sobre todo a mi madre, de 87 años-, y punto. Lo único que quiero es hacer un poco de gimnasia con los codos y ver de vez en cuando a mis amigos.

P. ¿Y no dicen que Madrid es peligroso en los aledaños de esta zona?

R. La gente no tiene un duro, pero peligro no hay. Lo que pasa es que salir en Madrid cuesta dinero. El peligro mayor de Madrid es no tener dinero. Y tampoco ya te puedes hacer un bohemio, porque te calan a las primeras de cambio.

P. ¿Usted se haría bohemio?

R. A mí me encantaba la bohemia madrileña: todavía hay, pero es más difícil. Ahora bien, si yo no tuviera familia me iría de bohemio. Es una vida feliz, que te permite hacer lo que quieras.

P. Así que la gente de Madrid es feliz.

R. Hombre, si no fuera feliz no compraría tanta gasolina. Aunque yo no tengo ni piso, ni coche, ni nada, ni dinero, soy también muy feliz.

P. ¿Y si le hubieran cerrado el Gijón, como se temió un día?

R. Me habría puesto a vender en la puerta, como antes, que vendía lentejas y garbanzos. Pero yo nunca me creí que fueran a cerrar el café.

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