Las tríadas de la extorsión
Grupo de los Trece es el nombre de la principal red de extorsión y tráfico de inmigrantes ilegales chinos que ha operado en España, pero no la única. Esta banda, que operaba en Barcelona y otras ciudades, fue desmantelada en diciembre de 1992 con la detención de 23 personas en la capital catalana y otras cinco en Zaragoza. Esta es la banda más importante, pero la policía tiene noticia de por lo menos otros cinco grupos, uno de ellos con una importante base en Madrid.Sus formas de organización siguen el esquema de las antiguas triadas chinas, unas organizaciones secretas creadas a finales del siglo XVII por los partidarios de la dinastía Ming, que había sido desplazada por los Tsing, de origen manchú. De aquel remoto origen político-religioso sólo conservan ahora el tipo de organización: un jefe supremo que dicta la ley y una estructura jerárquica absolutamente vertical en la que cada miembro es conocido por el número que ocupa en el escalafón. Esta estructura de mando ejecuta sus acciones por medio de sicarios.
Ramificaciones
Su introducción en España es relativamente reciente. La policía considera que se trata de ramificaciones de las bandas que operan en París, Londres y Amsterdam, principalmente. Los primeros incidentes en la hasta entonces pacífica comunidad china se produjeron hace dos años. Propietarios de varios restaurantes de Barcelona denunciaron ser objeto de extorsión. Algunos de ellos sufrieron palizas y destrozos en sus locales. Algunas muertes aisladas son precedente de la matanza de Gandía.La principal fuente de ingresos de las bandas mafosas es la extorsión, que denominan impuesto de protección. El Grupo de los Trece cobraba a los propietarios de restaurantes y establecimientos chinos entre 1,5 y 3 millones de pesetas anuales. Los extorsionados eran amenazados de muerte si se negaban a pagar. La introducción de inmigrantes ilegales ha sido la segunda fuente de ingresos y la policía ha investigado la posible colaboración del consulado chino en Barcelona.
Los inmigrantes eran introducidos con documentación falsa a través de Bolivia o Ecuador, y una vez en España eran llevados a talleres clandestinos de producción de comida china o telares ilegales, donde eran obligados a trabajar casi en condiciones de esclavitud hasta saldar su deuda con la organización: 1,5 millones.
Un reportaje de EL PAÍS puso de manifiesto que en varios años sólo habían fallecido ocho de los 3.049 chinos que residen en Madrid y, en cambio, en ese mismo periodo se denunciaron más de 500 extravíos de pasaportes chinos. La policía investiga la conexión entre esos dos datos: los escasos fallecimientos y la inmigración ilegal.
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