La policía halla un hombre muerto enterrado en su huerto
El cadáver de Enrique Cabezas Burgos, de 57 años, fue hallado a las once y media de la mañana de ayer, enterrado en el jardín de su propia casa, desnudo y envuelto en una sábana. El chalé donde vivía se encuentra en el número 56 de la calle Exterior (carretara del Plantío, en Majadalionda), en la urbanización Ros Mary. El cuerpo no presentaba señales de violencia, como se desprendió de un primer examen, según informó la Jefatura Superior de Policía. El cuerpo ha sido trasladado al Instituto Anatómico Forense, donde se le practicará la autopsia y adonde no acudió ayer ningún familiar o amigo.Anoche se desconocían los motivos del crimen. La Policía Judicial investiga en el entorno de la víctima para esclarecer si Enrique conocía o no a sus asesinos. Las puertas y ventanas de la casa no presentaban señales de haber sido forzadas, si bien los agentes observaron la falta de objetos de valor, dato que puede avalar la hipótesis de un robo como móvil del asesinato.
La empleada de hogar que trabajaba para Enrique acudió ayer a la casa para emprender sus tareas cotidianas. En el dormitorio del hombre pudo observar manchas de sangre, por lo que alertó enseguida a la policía de Majadahonda, que a su vez llamó a la Policía Nacional. Los agentes buscaron hasta encontrar en la parte posterior de la casa, en un pequeño huerto, el cuerpo sin vida enterrado, que yacía boca abajo.
Vecino desde hace 15 años
Enrique Cabezas había nacido en Valparaíso (Chile) y tenía la nacionalidad española. Vivía en el chalé, pequeño -igual que la parcela que lo rodea, desde hace unos 15 años, según explicaron unos vecinos. Trabajaba en la multinacional química Bayer, donde disfrutaba de una excedencia desde hace un año. Precisamente desde que enviudó. Los vecinos afirman que la muerte de su esposa le sumió en una profunda depresión, aunque había empezado a recuperarse hace poco, afirman los vecinos. El matrimonio no tenía hijos.
Sus vecinos le recuerdan como una persona amable, que solía sacar a pasear a sus perros. Un amigo íntimo, Francisco Custodio, indicó que era "un señor encantador, simpático y amigo de sus amigos".
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