Baffi recibe el perdón por sus pecados
Mario Cipollini recibió el alta médica después de otro scanner en su dañada cabeza y a las 11.50 una ambulancia le llevaba al aeropuerto de Barajas. A las 15.40, tranquilo y por su propio pie, con vendas en la cara, un avión le llevó hasta Milán. El médico del Saeco, Gian Mattei, ha dicho que en 10 días podría volver a pedalear y él, que no, que antes, que estaba perfectamente. Tan bien, que hasta se ha recuperado del ataque de amnesia y recuerda el accidente."Vi a Baffi que superaba a Jalabert por la izquierda y que luego seguía un poco más hacia la izquierda", cuenta Cipollini según traducción del jefe de prensa de su equipo, el Saeco. "Yo iba muy fuerte y estoy seguro de que Baffi no me vio llegar, pensaba que no había nadie que le pudiera remontar. Y de repente me vi en un embudo. Frené y la rueda delantera tropezó con la pata de una de las vallas. Luego choqué con la lata gigantesca de espuma y luego con otra y ya me caí de cabeza"
Adriano Baffi, su compañero de equipo, sabe que le han hecho el malo de la película pero no acepta el papel. "En todo caso, ha sido un error de los dos", se disculpa Baffi. "En ningún momento fui consciente de cerrar a nadie [Baffi había echado sus cuentas y pensaba que había superado a todos los rivales. "No contaba con que Cipollini remontara", dice su director, Bruno Vicino, "porque le había lanzado el último kilómetro y, en teoría, debería haberse quedado rezagado, pero Cipollini se vio tan fuerte que pensó que podía ganar"] y, desde luego, no tuve la intención de cerrarle, ni a él ni a nadie".
Baffi era el indiscutible sprinter titular del Mercatone Uno hasta esta temporada. El equipo quería reforzarse y fichó al sprinter más popular del mundo, Mario Cipollini, procedente del GB-MG. Muchos torcieron el gesto. Casa con dos puertas mala es de guardar. Los primeros meses de la temporada nunca compartieron equipo. Cada uno hizo sus carreras y acumuló sus triunfos. 12 hasta ayer Baffi y cinco Cipollini. Y los agoreros dijeron: en la Vuelta saltarán chispas. Y ellos lo negaban: "Trabajaremos el uno para el otro y nos repartiremos. las victorias".
Y pasó lo de Salamanca. "Ellos tenían libertad para hacer lo que quisieran", dice Vicino desmintiendo cualquier orden técnica que pudiera levantar celos entre sus estrellas.
Y todas las especulaciones se rompieron ayer por la mañana en el hospital Virgen de la Vega, en Salamanca. Baffi fue a visitar a Cipollini. "Reconozco que me escoré hacia la izquierda después de pasar a Jalabert, pero no mucho. Estoy tan disgustado por el incidente", le dijo al doliente en la cama. "No sé si tendré ánimos para seguir esprintando". "Tranquilo", le dijo Cipollini, condescendiente. "No te agobies, son cosas que pasan".
Públicamente, por lo menos, ninguno de los dos ha explicado sus sentimientos por algo que otros vieron como un mal gesto. Otro sprinter, el holandés Jean Paul van Poppel, afirma: "No es normal lo que hizo Baffi. No es normal levantar el brazo al cruzar la meta después de ver caído a tu compañero. No es normal subir al podio y celebrarlo, y hasta abrir la botella de champagne. Yo habría cogido el ramo y nada más. No habría celebrado nada".
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