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Nuevo intento de EE UU y Japón de zanjar sus diferencias comerciales

Victoria Carvajal

Estados Unidos y Japón reanudan hoy en Washington las negociaciones rotas el pasado mes de febrero para intentar llegar a un acuerdo que permita reducir el gigantesco superávit comercial que goza Tokio y padece Washington. La Administración Clinton parece dispuesta a abandonar su retórica beligerante. A juzgar por las recientes declaraciones de los negociadores estadounidenses, su deseo es colaborar con el nuevo Gobierno de Tsotumo Hata para llegar a un acuerdo antes de la reunión que celebran los jefes de Estado del Grupo de los Siete en julio.

Ambas partes están de acuerdo en que el superávit comercial de Japón con EE UU, que en 1993 alcanzó los 60.000 millones de dólares (8,2 billones de pesetas), tiene que reducirse. El nuevo primer ministro japonés, Tsotumo Hata, lo ha repetido en numerosas ocasiones. Pero no hay acuerdo en cómo hacerlo. EE UU exige que haya unos criterios objetivos, como unas cuotas de entrada de los productos estadounidenses al mercado nipón. Japón rechaza esta propuesta por temer que, de no cumplirse las cuotas, Washington imponga sanciones y propone medidas de fomento de la demanda interna para fomentar así el consumo de las importaciones.La Administración Clinton, muy criticada por la comunidad internacional por su beligerante política comercial, está dispuesta a bajar el tono de las demandas,aunque no por ello renuncia a conseguir un compromiso de Tokio. Los negociadores estadounidenses concentrarán sus esfuerzos en lograr que Japón aplique las medidas necesarias que garanticen una reducción del excedente comercial.Aliados en Japón

Así lo ha asegurado al diario Herald Tribune, la jefa de los asesores económicos del presidente Clinton, Laura Tyson, quien asegura contar con muchos aliados dentro del nuevo Gobierno nipón, entre ellos el propio primer ministro Hata. Una de las medidas que más apoya EE UU es la aplicación de un paquete de estímulo fiscal que incluya una reducción de los impuestos, tal y como está bara ando Tokio. La j

Administración estadounidense está abierta a colaborar más quea seguir con la política de confrontación.

Una política que no ha conseguido, además, los frutos deseados. Las amenazas de sanciones que ha presentado Washington varias ocasiones en los últimos meses no han servido para reducir el déficit con Tokio ni para abrir el mercado de productos tan importantes para EE UU como el de los componentes de coches, telecomunicaciones, ordenadores y servicios de seguros.

Ambas partes están interesadas en desbloquear este impasse. Desde que hace tres meses se rompieron las negociaciones, el dólar se ha depreciado fuertemente frente al yen (casi un 10%), un movimiento que entienden los inversores sería favorecido desde Washington ya que abarata los productos estadounidenses y encarece los japoneses. Sin embargo, el propio secretario del Tesoro estadounidense, Lloyd Bentsen, ya ha dicho en las últimas semanas que la Administración no tiene ningún interés en dejar que el dólar caiga para ganar competitividad. La debilidad de la divisa estadounidense y las posibles tensiones inflacionistas que se derivan de la entrada de importaciones más caras a EE UU han contribuido ha presionar al alza a los tipos de interés en EE UU, un proceso que ha convulsionado los mercados financieros internacionales en estos últimos meses.

No obstante, Washington sigue pensando que la pelota está en el campo nipón y que el nuevo Gobierno de Hata, que entre sus miembros cuenta con muchos reformistas partidarios de reducir el desequilibrio comercial y mejorar las relaciones con Washington, debe tomar la iniciativa.

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