El norteamericano Quentin Tarantino gana con 'Pulp fiction' la Palma de Oro, entre protestas
'Vivir', de Zhang Yimou, y 'Sol engañoso', de Mijalkov, obtienen el gran premio especial
Sorprendentemente ganó la Palma de Oro la película norteamericana Pulp fiction, de Quentin Tarantino, a costa de la favorita, Rojo, del polaco Krysztof Kieslowski. El Gran Premio Especial del Jurado fue a parar a las manos del director ruso Nikita Mijalkov, por su película SÓ/ engañoso, y al filme chino Vivir, de Zhang Yimou. Los premios de interpretación fueron concedidos al actor chino protagonista de esta última película, Ge You, y a la veterana actriz italiana Virna Lisi, una de las varias protagonistas de La reina Margot, de Patrice Chéreau, filme que además obtuvo el Premio del Jurado, con el que se destaca una obra por su singularidad y su carácter atípico e innovador.
Tarantino, al subir al escenario, fue recibido con división de opiniones. Junto a los aplausos se oyeron gritos de protesta y abucheos, que interrumpieron en dos ocasiones el corto discurso del cineasta nortamericano. El resto de los premios oficiales de esta edición del Festival de Cannes fue el que sigue. El premio a la mejor dirección correspondió al italiano Nanni Moretti por su película Querido diario; el premio al mejor guión se le adjudicó al francés Michel Blanc por Grosse fatigue; la Cámara de Oro al primer largometraje fue a parar a las mano de la francesa Pascale Ferrand, ,por la película Petites arrangements, y el premio que otorga cada año la Comisión Superior Técnica del Cine Francés fue también para la película Grosse fatigue.
El premio de la Crítica Internacional (Fipresci), que es el más prestigioso y cotizado de los que se conceden extraoficialmente en los festivales de cine, fue concedido por una comisión de críticos de varios países a la película canadiense Exótica, que ya tiene vía de distribución en España y que desde el día de su proyección aquí ganó un brillante espaldarazo para la carrera internacional de su escritor y director, Atom Egoyan, que obtuvo casi unánimemente excelentes calificaciones en todos los paneles donde los críticos cinernatográficos de más de 20 países puntuan según se van exhibiendo las calidades de todos los filmes en concurso.
Otro premio extraoficial que obtiene resonancias es el del Jurado Ecuménico, que se repartió entre la película china Vivir y la rusa Sol engañoso, dirigidas respectivamente por Zhang Yimou y Nikita Mijalkov. El filme camboyano Gentes del arrozal mereció una mención de este jurado, que suele buscar aquellas películas que tienen una traducción a mensaje humanístico.
La sesión de clausura de la sesión oficial finalizó anoche con la proyección, fuera de concurso, de la película estadounidense Serial mother, escrita y dirigida por John Waters, un cineasta independiente que poco a poco va haciéndose un hueco e integrándose en la gran industria norteamericana y que ya puede permitirse el lujo de servir de broche a un festival de la máxima audiencia, como es éste.
Incombustible Turner
Sin embargo, la verdadera razón por la que los directivos de Cannes eligieron Serial mother para cerrar el festival no tiene mucho que ver con Waters. Buscaban la presencia en la clausura de la protagonista de la película, la magnífica e incombustible Katheleen Turner, una mujer que por sí sola puede convertir en noticia mundial un show de esta especie, por muy provinciano que sea.
Katheleen Tumer llegó aquí el pagado sábado dando lecciones de buen estilo y de saber pisar con sus propios pies la tierra. En efecto, la organización del festival envió al aeropuerto de Niza una kilométrica comitiva de limusina para traer desde allí hasta Cánnes a la actriz y a su presumible séquito y a su equipaje, que supusieron no menor a las 26 maletas y los 12 portamaletas que en pasadas ediciones trajeron otras divas del cine como Cher y Liz Taylor. Pues bien, la señora Turner llegó con dos bolsos de mano y dos maletas, como cualquier ciudadana de a pie, y ella misma se disponía a cargar su ligero equipaje en un carrito del aeropuerto cuando fue arrancada de su normalidad por un ejército de cucarachas con pajarita negra.
Ayer, Katheleen Turner se convirtió en el centro del espectáculo. Es una mujer de una presencia tan poderosa, que crea silencio y no alboroto a su alrededor cuando pasa. Después de algunos años dedicada al teatro y a vivir su vida, esta gran actriz -que gana en belleza cuanto más gana en abundancia y que siendo ya cuarentona tiene más capacidad de arrastre que cuando era una guapisima y perturbadora veinteañera ha vuelto bajo los focos con la energía y las ganas de una principiante.
Su conferencia de prensa fue un espectáculo de altísima calidad, divertidísimo, lleno de finura, de gran teatro y con ironía a raudales. Se han gastado toneladas de tinta para intentar describir la explosiva combinación de belleza y de inteligencia que hay en esta notable mujer, pero da la impresión, cuando se la contempla desde cerca, de que tanta tinta es poca e inútil. Pues su talento es indescriptible y probablemente de ahí, de su propia conciencia de la fuerza de su contacto directo con el público, le viene a esta actriz su tardía vocación por el teatro.
En la película de Waters, Katheleen Tumer actúa con extraordinaria desenvoltura y por todo lo alto, pero la película le viene algo estrecha. Serial mother es una comedia bárbara y con vitriolo dentro, pero a Waters le falta el sentido de gag, por lo que este filme, de haber contado con una dirección de actores un pocos más experta y con una comicidad más contundente, podría haber sido mucho más eficaz de lo que es.
Obra correcta
Es una obra correcta, pero la señora Turner es de las que rompen moldes y cuando desmelena su pelo de muchacho -cosa que hace con sólo un par de gestos premeditadamente pasados de rosca- está pidiendo al director menos corrección y más locura, vuelos de imagen mucho mayores de los que Waters le proporciona. La incontenible expansividad de la actriz choca de esta manera con las limitaciones de lo que le rodea, y su presencia resulta abrumadora, excesiva y desequilibra a la homogeneidad del reparto.
Babelia
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