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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Béjart revisitado

GranadaComo la metáfora de su obra, Maurice Béjart (Marsella, 1926)

ha acudido a su propia memoria reográfica para renacer con la dignidad del gran artista que es.

El Generalife, luna llena incluida,fue una vez más tomado por arte con mayúsculas.

La nueva plantilla de Béjart aparece exultante de belleza y tecnica, lo que contribuye muchísimo al éxito de la velada. La primera parte es una suite de fragmentos históricos propios basados en el trabajo de la pareja, sacados desde los años 60 hasta los más actuales. El resultado no es un cajón desastre, pero tampoco resulta equilibrado. A través de esa miscelánea con chispazos, llevada de la mano por dos pullcinelas sacados de las paredes venecianas de Ca Resoico, se asiste a la evolución del aparato estético bejartiano, casi siempre sobre las puntas para ellas, y para ellos, en una degustación de las formas que roza, con elegancia, el hedonismo.

Béjart Ballet Lausanne

El arte del pas de deux: música:Giaccomo Rossini, Juan Sebastian Bach, Ludwig Y. Beethoven y otros; El pájaro de fuego: música: Igor StravIriski. Coreografías: Maurice Béjart. Teatro del Generalife, Granada. 22 de junio.

Siendo peligroso navegar casi una hora en tiempo de adagio, obligando a los bailarines a un virtuosismo ralentizado, Béjart sale airoso a través de ese eje huanizador y universal por encima de lo temático. Al mismo tiempo fue inevitable recordar a otros intérpretes de antaño en sas mismas obras, hoy lejos en el tiempo e instalados en la mitogía del ballet moderno: Mayna Gielgud, Germinal Casado, Vícr Ullate, Jorge Donn.

El pájaro de fuego de Béjart es un poema fraguado a lo largo de más de 20 años. Como toda obra trajinada con amor, los resultados llegan hoy día con una clara madurez en lo estético y en lo moral. ¿A quién tiene hoy Béjart que demostrar algo? A nadie y a todos. Es su más elevada responsabilidad: el símil de los ideales que impelen a la lucha y al sacrificio, concebidos en otros tiempos, adquieren ahora un sentido especial de aviso, de reclamo urgente. Una obra adquiere su sentido justarriente así, y una coreografía debe recibir como supremo elogio el ser comparada a un poema. Más que un canto a la libertad pura, El pájaro... bejartiano (en el mismo formato que lo estrenó Ullate con el naciente Ballet Nacional Clásico hace casi 15 años) planta batalla por conseguir esa libertad dentro y fuera del luchador. Julio Arozarena despliega todo su lirismo y elegancia, pero sobre todo, su profunda humanidad de intérprete.

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