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La cabeza de un preso como balón

Una reyerta en una cárcel mexicana termina con cinco muertos y un macabro partido

Los encuentros del Mundial de fútbol han tenido una siniestra réplica en el penal de Mexicali, la capital del Estado mexicano de Baja California. En el patio de la cárcel, los reclusos jugaron el jueves un macabro partido en lugar de un balón los equipos emplearon la cabeza de un recluso decapitado durante un enfrentamiento en el que además murieron otras cuatro personas.La pelea había comenzado la noche del miércoles, aparentemente por el uso del teléfono público de la prisión. Según versiones de los reclusos, dos internos Enrique Ramírez Botello y Ángel Coronel García, armados con una pistola, se apropiaron del teléfono "con lujo de prepotencia" e impidieron su uso a los compañeros. Otros dos presos, miembros de la comisión directiva de los internos, trataron de mediar en el conflicto. No tuvieron muchas oportunidades, porque Ramírez y Coronel los acribillaron a balazos.

Esto, dice la nota de los reclusos, "hizo incontenible el linchamiento". Decenas de presos prendieron fuego a las dependencias donde se encontraban los dos hombres. Coronel murió calcinado y Ramírez terminó sus días sirviendo de balón de reglamento. Otro preso murió apuñalado en la reyerta y seis más resultaron heridos de gravedad.

Algunas versiones señalan que en realidad la disputa tenía como origen el control del tráfico de drogas dentro de la cárcel y que Ramírez y Coronel eran dos de los más importantes mafiosos.

El elemento más delirante es que fueron los propios internos quienes, en la tarde del jueves, 15 horas después del comienzo de la revuelta, pidieron por escrito la intervención de las autoridades y de los vigilantes del penal, que se habían quedado al margen. Los presos solicitaron al director y al jefe de seguridad que "`tornaran posesión de sus cargos" para "fortalecer la tranquilidad". Sólo los bomberos habían entrado para sofocar el incendio.

Y es que el penal de Mexicali, con una población de 1.200 reclusos, vive ya casi tres semanas, de tensión, que comenzaron el pasado día 6 con un motín de 700 presos contra la dirección de la cárcel, a la que acusaban de corrupción y malos tratos. Los reclusos denunciaban también la deficiente alimentación y la falta de atención médica. Un acuerdo con las autoridades penitenciarias del Estado puso fin al motín una semana después, pero los incidentes continuaron dentro de la prisión.

Cerca de 300 policías entraron finalmente en el penal cuando, según algunos testigos, los enfrentamientos habían terminado. El gobernador de Baja California, Ernesto Ruffo, autorizó a la fuerza pública a que retomara ""de forma enérgica" el control del penal.

El de Mexicali no es un caso aislado. En las últimas horas, ocho internos han resultado heridos en los penales de Ciudad del Carmen, en el Estado de Campeche, y en Santa Marta, en la capital, en altercados y reyertas. En todos los casos ha quedado de manifiesto el tráfico de drogas y la existencia de arsenales e incluso destilerías dentro de las prisiones.

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