Tropas francesas protegen ya en Ruanda un campo de refugiados tutsis
Es demasiado poco y demasiado tarde, pero la Operación Turquesa puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte para miles de ruandeses. Un destacamento de una treintena de paracaidistas franceses protege desde la noche del jueves el campo de refugiados de Nyarushishi, cerca de Cyangugu (suroeste del país), donde 8.000 tutsis se amontonaban compartiendo su miedo a las milicias hutus. En el noroeste, tras diversas incursiones exploratorias sin incidentes, las tropas francesas alcanzaron la ciudad de Gisenyi, donde se han puesto en contacto con las autoridades locales de la mayoría hutu.
Mientras tanto, en la capital, Kigali, los combates cobraron una renovada virulencia. Los rebeldes del Frente Patriótico Ruandés (FPR) bombardearon un hospital de la Cruz Roja y causaron cinco muertos y 40 heridos, según fuentes de Naciones Unidas, la mayoría de cuyos observadores abandonó la ciudad el jueves por la noche. La proximidad de los franceses -algo más de un centenar de kilómetros-, esperados como héroes salvadores por los hutus y las fuerzas gubernamentales, y como enemigos por los rebeldes, ha enconado los combates."Los refugiados nos recibieron con recelo ya que les habían dicho que veníamos a matarles, pero pronto la situación se distendió y expresaron su regocijo al saber que les protegeríamos", declaró el coronel Didier Thibaut, al tiempo que se afanaba en las labores de instalación de sus hombres a la entrada del campo de Nyarushishi. Según algunos refugiados, milicianos hutus se acercaban casi a diario al campo para amenazarles.
Tras pasar la primera noche en el campo de refugiados, las tropas francesas realizaron ayer diversas misiones de reconocimiento de los alrededores durante las que encontraron varias fosas. comunes. El destacamento llegó hasta la ciudad de Kibuye, a mitad de camino entre Cyangugu y Gisenyi, donde también operan ya unidades francesas.
Pero Kigali parece haberse sumergido completamente en el caos. Unas 10.000 personas se manifestaron ayer por la ciudad, según fuentes del FPR, contra la Operación Turquesa vista por los rebeldes como una "intervención neocolonial" y un intento de evitar la derrota del ejército regular y de las temidas milicias gubernamentales, responsables de las matanzas más terribles durante los últimos meses.
Señal esperanzadora
Entre manifestaciones y bombardeos, circulaban rumores de todo tipo. Para unos, se estaba al borde de un alto el fuego entre el FPR (controlado por la minoría étnica tutsi) y las fuerzas gubernamentales (mayoritariamente hutus). La noticia de que el se cretario general de la Organiza ción de las Naciones Unidas, Butros Butros-Gali, estaría dispuesto a viajar personalmente hasta Kigali para mediar entre los dos bandos, fue recibida como una señal esperanzadora. Para otros, por el contrario, se estaba en rea lidad al borde de la última y más devastadora fase de una guerra civil que ha costado ya medio millón de muertos entre una población de apenas ocho millones de personas.
Los mensajes radiofónicos que llegan a Zaire coinciden en que la población de Kigali se encuentra en una situación desesperada, acribillada por los obuses y saturada de refugiados, unos 150.000, sin alimentos y en abyectas condiciones sanitarias.
La intensidad del drama ruandés contrastaba con la calma y prudencia con que se movían los soldados franceses. Aunque la resolución,929 del Consejo de Seguridad de la ONU les autoriza a utilizar "todos los medios necesarios" para detener las matanzas de civiles, incluida la fuerza, los mandos de la tropa enviada por Francia son muy conscientes de la hostilidad que despiertan entre las fuerzas rebeldes por su anterior apoyo al Gobierno hutu, y también de su propia debilidad numérica.
El general de Brigada, Jean Claude Lafourcade, jefe del destacamento francés, ha ordenado a sus hombres que eviten a toda costa los enfrentamientos armados, de acuerdo con las consignas transmitidas por el primer ministro, Edouard Balladur. Un choque con las fuerzas rebeldes que produjera víctimas propias pondría a Francia ante una crisis sin solución: o bien encajar sus bajas y tragarse el orgullo, con la previsible reacción de la opinión pública doméstica, o bien hundirse hasta el cuello en una lejanísima y cruenta campaña bélica, justo en el país más inaccesible de África.
Bases de Goma y Bukavu
Así las cosas, la Operación Turquesa sigue adelante paso a paso y con todas las precauciones posibles. La región oriental de Zaire, donde se encuentran las improvisadas bases francesas de Goma y Bukavu, es una zona turística y relativamente próspera, bien provista de aeropuertos y hoteles, idónea para instalarse y lanzar rápidas incursiones hacia puntos concretos de Ruanda. Las fuerzas con base en Goma, dedicaron la jornada de ayer a instalar un hospital de campaña con capacidad para 50 camas y a preparar alojamiento para los refuerzos que seguirán llegando en los próximos días. De los 2.500 hombres que París ha destinado a la misión en Ruanda, unos 1.000 alcanzaron ya Goma y Bukavu y el resto lo hará a lo largo del fin de semana.
Ante la mala acogida que la decisión francesa de enviar tropas a Ruanda ha tenido entre las organizaciones no gubemamentales (ONG) que operaban en el país, muchas de las cuales se han visto obligadas a retirar a sus cooperantes de habla francesa ante la marcada hostilidad tutsi, París optó ayer por instalar en Goma una "célula de cooperación" con las ONG.
En Corfú (Grecia), el ministro de Exteriores francés, Alain Juppé, que participa en la cumbre de la Unión Europea, afirmó que tras la iniciativa francesa "numerosos países se están movilizando para brindar una ayuda logística" a la Operación Turquesa, al tiempo que se estimula "el proceso político" para llegar al cese de las hostilidades, informa Ignacio Cembrero.
Cinco países de la Unión Europea Occidental (UEO): Bélgica, Holanda, Portugal, Alemania y España expresaron ayer su disposición para aportar ayuda logística a la Operación Turquesa. Italia sigue a la espera de un acuerdo entre las partes en conflicto en Ruanda para el envío de 450 hombres, de lo contrario suministrará también apoyo logístico.
En Madrid, la orden de los Padres Blancos confirmó ayer que el misionero Joaquim Vallmajó, desaparecido en Ruanda desde hace más de un mes, fue asesinado junto a otros dos sacerdotes ruandeses por el FPR. La confirmación de la muerte se ha sabido durante la reunión de 58 misioneros evacuados de Ruanda celebrada esta semana en Bélgica.
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