Kravchuk parte favorito hoy en la elección presidencial de Ucrania
Más de 38 millones de ucranios deciden hoy si reeligen o no al actual presidente, Leonid Kravehuk, personificación de la integridad e independencia del Estado, y prolongan así la vida vegetativa de un régimen de indecisiones económicas, medro personal y corrupción. Pero hay otros seis contrincantes, todos los cuales ofrecen fórmulas, aparentemente incompletas o arriesgadas, para el futuro del país. También se celebran hoy elecciones municipales y de los presidentes de los sóviets.
Los inesperados resultados de las elecciones presidenciales en Bielorrusia y la enorme ventaja obtenida allí por Alexandr Lukashenko, un personaje ajeno a la élite poscomunista de Minsk, obliga a relativizar los pronósticos en Ucrania. Tras predecir un mano a mano encarnizado entre Kravchulk y el ex jefe del Gobierno Leonid Kuchma, las encuestas auguran ahora la victoria destacada del presidente, quien ha protagonizado una agresiva campaña. Hasta el ex ministro de Defensa Konstantin Morózov pidió el voto para Kravchuk.En el marco de su campana, el presidente ha promulgado un edicto para la repatriación de las divisas sacadas ilegalmente del país. El presidente ha cogido el toro por los cuernos y se ha desplazado al Este, bastión de Kuchma, antiguo director allí de la mayor fábrica, de misiles del mundo. En la zona minera y prorrusa de Donbás ha hablado en ruso, y en la occidental se ha asegurado el apoyo del presidente del movimiento nacionalista Ruj, Viacheslav Chornovol, su rival en diciembre de 1991.
"Se me hace un nudo en la garganta cada vez que tengo que decir que apoyo a Kravchuk, pero ¿qué le voy a hacer?", confesaba ayer Chornovol. El fin de Ruj es impedir que pasen Kuchma o el socialista Alexandr Moroz, jefe del Parlamento, señala Chornovol, que está convencido de que habrá una segunda vuelta. En caso de que ninguno de los candidatos rebase el listón del 50% de los votos emitidos deberá celebrarse una segunda vuelta el próximo 10 de julio.
Se ha ganado también a los nacionalistas del Oeste, asustados por la posibilidad de que Moroz o Kuchma lleguen a la presidencia. Se ha aventurado asimismo hasta la zona norte de Crimea, más ucranizada que la periferia peninsular, donde el ambiente prorruso le es hostil.
Lucha anticorrupción
La lucha contra la corrupción es un motivo preelectoral importante, aunque nadie lo ha desarrollado con la misma virulencia que Lukashenko en Bielorrusia. Kuchma lo ha utilizado, pero su imagen puede haberse, empañado con la campaña de rumores que lo relacionaba con escándalos y el argumento de que no aprovechó la oportunidad que ya tuvo a su alcance.En lo que a la lucha contra la corrupción se refiere, el mejor situado es Moroz cuya honestidad personal es ampliamente reconocida. Las encuestas lo colocan en tercer o cuarto lugar, pero los analistas aseguran que gana puntos de una forma fulgurante y que vence ría en las elecciones si éstas fueran en otoño. "Estamos estructurando un Estado mafioso", ha declarado Moroz en Odessa. Su mensaje socialista no supone necesariamente una involución a la época soviética, ya que en la sociedad poscomunista los políticos experimentan súbitas evoluciones. El jefe del Gobierno, Vitali Masol, considerado hasta hace poco como una reliquia del viejo sistema, ha declarado que no tiene intención de vivir en el viejo sistema planificado.
Cualquiera que sea el resultado de los comicios, la política ucrania dependerá en gran medida del eje Moroz-Masol, es decir, Gobierno-Parlamento, que algunos observadores creen ya consolidado.
Los siete candidatos eran dibujados ayer en un diario de Kiev como siete enanitos bailando en torno a Ucrania-Blancanieves. El enanito Kravchuk llevaba el tridente, símbolo de Ucrania
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