Desamor

En los boleros, sí; en los boleros. Le daban pena a ella misma. Nati Mistral trae cada año un espectáculo; el de éste ha pensado hacerlo en homenaje a los hombres que cantaron canciones de amor. Eso sí, todas tristes. Es una actriz de las pocas que saben cantar con teatralidad: con prosa dicha, con argumento. Era la segunda parte con el maestro Ibarbia al piano. En la primera, canciones españolas a la guitarra: de abajo. Quiero decir, algunas tan siniestras y cómicas como Toíto te lo consiento o Me voy a hacer un rosario, que ya me daban risa y una cierta repugnancia hace medio siglo (es un decir), otras más finas. Este otro estilo, de Pepe Blanco o del menor, o el menos fino Rafael de León, va muy bien para su público de estreno que es el del prefranquismo, o el del primer franquismo: los del Partido Popular. Les dedicó, además, sus chistes, y sus chispas políticas. Si eso fue lo peor, lo mejor era el bolero, y lo aceptable esa parte primera de imitador de estrellas, en la que sus dotes teatrales las llevaba a la evocación de lo pasado.