El Rey exhorta a los universitarios a aprovechar un "privilegio" sostenido por toda la sociedad

Murcia - 06 oct 1994 - 00:00CET

El rey Juan Carlos recordó ayer a los estudiantes que la enseñanza superior es un privilegio sostenido solidariamente por toda la sociedad al que deben corresponder. Los Reyes inauguraron en Murcia el curso académico 1994-95 que emprenderán 1.450.000 estudiantes en las 52 universidades españolas."La luz de la universidad y de la cultura debe iluminar las sombras de la ignorancia", señaló el Monarca, "para situar a España a la cabeza de la investigación y de la ciencia".

El Rey se dirigió tanto a profesores como a estudiantes. A los primeros les conminó a que, pese a las dificultades, hagan realidad su doble obligación de la investigación y la docencia.

El ministro de Educación, Gustavo Suárez Pertierra, dijo que hay que preparar a la universidad española para el siglo XXI. Una institución abierta a todos aquéllos que demuestren capacidad, organizada de forma libre y autónoma pero que sea capaz de competir. En este sentido, valoró positivamente la experiencia piloto, asumida voluntariamente durante el pasado curso por 15 universidades, de la evaluación de la calidad. Suárez Pertierra añadió que la enseñanza superior va a seguir siendo una importante inversión para España.

El curso pasado hubo 1.377.553 alumnos. El mayor número (740.512) se concentró en las carreras del ámbito de las ciencias sociales y jurídicas; 290.601 en estudios técnicos; 127.983 en enseñanzas humanísticas; 11.559 en ciencias experimentales y 106.898, en las de las ciencias de la salud.

La anécdota de la jornada de ayer la protagonizó el profesor Juan Carmelo Gómez Fernández. El título de su lección inaugural era Biología molecular de las membranas celulares. Ciencia básica y derivaciones aplicadas. Cuando el profesor llevaba tres minutos de lectura hizo una breve pausa y el Rey cedió el turno de palabra al siguiente interviniente. El profesor Gómez Fernández se quedó mudo e incluso hizo ademán de abandonar el estrado, pero el Rey rectificó y, ante los aplausos del auditorio, comentó que cualquiera se equivoca.

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