Los productores de cine se lanzan a la compra de novelas
A falta de guiones originales, las novedades literarias se convierten en fuente de ideas
Desde hace un tiempo han aparecido ávidos lectores en las librerías españolas que se tiran en plancha sobre las últimas novedades literarias. Son los productores de cine que, a falta de guiones originales, buscan en los relatos y novelas una historia para llevar a la pantalla. Siguiendo la tónica norteamericana, escritores como Arturo Pérez-Reverte, Juan Madrid, Almudena Grandes o Antonio Gala ven cómo sus personajes dejan de pertenecerles y pasan a ser propiedad de unos extraños. Como antes lo fueron los de Miguel Delibes, los de Juan Marsé o los de Gonzalo Torrente Ballester.
El fenómeno de las adaptación es literarias no es nuevo en España. Hasta hace unos años se ceñían a relatos más históricos, mientras que ahora son obras muy actuales que hablan y tratan de temas cercanos. Como recuerda el mago de las mismas, el director Vicente Aranda, incluso en el cine mudo se hicieron adaptaciones. "La novedad es la de que los productores se anticipan a comprar los derechos de autor de determinados relatos o novelas", dice el cineasta de títulos como La muchacha de las bragas de oro (Juan Marsé), Asesinato en el Comité Central, (Vázquez Montalbán), Tiempo de silencio (Martín Santos), El amante bilingüe (Marsé) y La pasión turca (Antonio Gala).Hay distintas opiniones que explican este fenómeno, aunque todas coinciden, con más o menos énfasis, en la ausencia de guiones originales -Rafael Azcona aparte por supuesto- y en la mayor visualización de las novedades literarias españolas. Incluso se apunta el que algunos autores escriben ya con la idea de que su novela sea llevada al cine. Para el productor Pedro Pérez, presidente de la FAPAE (Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales Españoles), "la relación entre la literatura y el cine es necesaria". Pérez está convencido de que "España goza de una literatura muy rica para su adaptación a la pantalla no sólo en best sellers, sino también en pequeños relatos de novelistas poco conocidos" y de que hoy "hay menor riesgo de llevar al cine una buena novela que un guión". Pedro Pérez ha comprado los derechos de la novela de Rafael Escuredo Un sueño fugitivo, ha realizado una opción a compra del libro de Jesús Cacho sobre el banquero Mario Conde y está en trámites para adquirir la obra del guionista Eduardo Ladrón de Guevara Me las pagarás todas juntas y la de Javier García Sánchez L'Alpe d'Huez.
Gerardo Herrero, productor y ocasional director (Desvío al paraíso), explica el fenómeno más por el hecho de que "los escritores españoles empiezan a contar historias y no a especular con el lenguaje" y menos por la falta de guiones originales, "que los hay". Herrero, que acaba de adquirir la última novela de Almudena Grandes, Malena es un nombre de tango -"he encontrado una historia apasionante con unos personajes muy definidos y grandes posibilidades cinematográficas"-, trabaja también con Arturo Pérez-Reverte sobre el libro Territorio comanche.
Vicente Aranda parte de la idea de que siempre una novela "es una base de peso sobre la que se entienden mejor un productor y un director", y advierte del hecho de que la adaptación de una novela no quiere decir que se prescinda de un guionista y de que no siempre es más sencillo adaptar que crear una historia nueva. Mientras que José Luis Borau, presidente de la Academia de Cine y conocido enemigo de las adaptaciones y de los filmes históricos, dice que la razón estriba en que "escribir una historia o un guión es muy difíci", Pilar Miró señala que "el fenómeno obedece a dos causas fundamentales: a la falta de guiones que convenzan a los productores y a que cada vez más los escritores españoles, siguiendo una tónica general, escriben pensando en imágenes".
Dentro de este contexto, la alianza entre la productora Sogetel y Andrés Vicente Gómez ha dado frutos más internacionales, como la próxima película de Fernando Trueba Two much, basada en el libro de Donald Westlake, o el último proyecto que dirigirá Bigas Luna, Perdita Durango, sobre la obra de Barry Guifford. También han comprado En brazos de una mujer madura, del norteamericano Stephan Vizincsey, y la novela de la poetisa catalana Maria Àngels Anglada El violín de Auschwitz. Fernando Garcillán, de Sogetel, opina que "la narrativa española es, de momento, poco visual comparada con la norteamericana".
Fue durante un proceso febril cuando Imanol Uribe descubrió la obra de Juan Madrid, Días contados. Así lo cuenta: "Una tarde en la que los síntomas de la gripe eran ya indiscutibles, pasé por una librería a comprar las últimas novedades y me metí en la cama con la gran pila de libros a mi lado. El primero que cogí fue el de Juan Madrid, y fue como un flechazo". Y ahí está el filme del mismo título, dirigido y producido por Uribe, que adaptó ya hace años la novela de Torrente Ballester Crónica del rey pasmado. "Las adaptaciones han sido distintas", dice Uribe. "En el caso de Torrente, la adaptación fue fiel y lo único que exigió fue que se respetara el nivel de erotismo y de ironía de la novela. Con la novela de Madrid se ha hecho una adaptación muy libre a partir del personaje central".
Días contados es sólo el ejemplo quizás más cercano. La pasión turca, basada en la novela de Antonio Gala, va a ser estrenada en diciembre de la mano de Vicente Aranda como director y Ana Belén en el papel protagonista. Como proyectos más inmediatos figura Historias de Kronen, basado en la novela de José Ángel Mañas y que rueda Elías Querejeta; Un asunto de honor, el relato publicado por Arturo Pérez-Reverte en EL PAÍS, comprado por el productor Antonio Cardenal y que será dirigido por Imanol Uribe, y el basado en la novela del presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, Mi nombre envenena tus sueños, que dirigirá Pilar Miró.
En el lado de los autores, el más solicitado es Arturo Pérez-Reverte. De sus cuatro novelas y dos relatos, cinco han sido llevados, o lo serán próximamente, a las pantallas. Este popular periodista, que trabajó muchos años en TVE ve inevitable que en sus escritos se refleje toda esa cultura audiovisual. "En España se ha hecho demasiada literatura solemne y académica sin ocuparse de los lectores; ahora es distinto", añade Pérez Reverte, quien prefiere emplear la palabra respeto más que la de satisfacción para referirse a las adaptaciones de sus obras, que suele vender a amigos suyos como Antonio Cardenal. "Sé que me van a cuidar la historia", dice el escritor, que recibió la oferta de dos directores en cuanto apareció en EL PAÍS Un asunto de honor.
No es verdad tal y como se ha dicho por ahí, que Antonio Gala esté enfadado con el filme La pasión turca sobre su última novela., Sólo, confiesa, estar un poco alarmado ante las expresiones lingüísticas que le han dicho que utiliza la protagonista Desideria Oliván en el filme y que "nunca hubiera utilizado mi Desideria Oliván". "Las formas es lo último que se pierde", dice el escritor y dramaturgo extrañado de por qué el cine ha escogido su novela en lugar de sus obras de, teatro, que son "mucho más cinematografiables". "Me da pena, porque demuestra que los productores y directores de cine no van al teatro", comenta Gala.
El precio de compra de los derechos de autor ronda una media de cinco o seis millones de pese tas por novela -"yo cobro más", confiesa Pérez Reverte-, aunque en algunos casos puede llegar a los 15. Normalmente se! realiza una opción de compra por un año -un 25% del precio acordado-, hasta que el productor ve viable el proyecto. El abogado José Antonio Suárez, especialista en cinematografía y propiedad intelectual, ha intervenido en lo que va de año en una veintena de contratos -cifra alta con respecto a años anteriores- "Los autores españoles son gente muy razonable a la hora de vender sus derechos y de cobrar por los mismos", dice Suárez, que señala que cada vez existen más contratos en los que se especifica una remuneración y un tanto por ciento, normalmente el 1%, de los ingresos brutos del productor, si el filme consigue en taquilla más de cien millones de pesetas.
Los límites de la paternidad
¿Hasta dónde llegan los derechos de los productores sobre la novela que compran? En Estados Unidos, un país donde el mercado es omnipresente autores de tirada millonaria como John Grisham o Michael Cripton, además de cobrar 3,5 millones de dólares (unos 450 millones de pesetas) en concepto de derechos de autor, exigen en el contrato supervisión de director, actores e incluso elección entre los distintos finales del filme si los hubiera.Grisham, un abogado de 40 años, ha llegado a estar en el número uno en las listas de libros más vendidos de Estados Unidos con tres novelas -La tapadera, El Informe Pelícano y El cliente- que prosiguieron su carrera de éxitos en el cine. La última obra de Grisham, Cámara de gas, recién publicada en España por Planeta, será llevada también al cine el próximo año de la mano de Ron Howard.
En España, los derechos de autor están regulados en la Ley de Propiedad Intelectual. Según Enrique Balmaseda, director del Instituto de las Ciencias y las Artes Audiovisuales y experto en el tema, "el autor tiene la propiedad soberana sobre su obra". Lo que está claro es que la compra de un derecho para su adaptación cinematográfica implica una cierta transformación para realizar el guión, algo que no desconocen los escritores. Como Arturo Pérez-Reverte, que lo único que pide es que se respete el espíritu de la novela, el contexto histórico y el torio. "Está claro que cuando tu novela llega al cine ya no es tu historia, pero es algo que asumo", dice.
Babelia
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