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La hermana del enfermo de sida abrasado en el Clínico sugiere que un radiador eléctrico causó el incendio

Rosario, de 40 años, la única hermana de Juan Manuel R. R., el enfermo de sida de 38 años que falleció abrasado el pasado 29 de noviembre en un incendio en el Hospital Clínico, está harta y dolida. No sólo ha perdido a su hermano de un modo "espantoso", como ella cuenta; ahora se le vienen encima las recientes declaraciones de representantes sindicales del centro que aseguran que ella dejó a mano de] paciente un mechero y un paquete de cigarrillos. Rosario lo niega y apunta a un radiador como posible causa del siniestro.La hermana del fallecido no da crédito: "Pero, por Dios, cómo voy a hacer yo semejante cosa". El hospital aún guarda silencio sobre las causas que provocaron el fuego. Rosario recuerda que las enfermeras habían colocado en el cuarto de Juan Manuel un radiador enchufado a la red con un adaptador. Desde hacía semanas la calefacción central no llegaba bien a esa habitación, según ella.

Juan Manuel llevaba tres meses ingresado en el Hospital Clínico. Padecía sida en fase terminal. La madrugada del 28 al 29 de diciembre se declaró un incendio en su cuarto, situado al fondo de la planta tercera del Clínico. Nadie escuchó las primeras llamadas de socorro del enfermo, cuyos brazos y cintura se hallaban atados a la cama por "prescripción facultativa", como indicaron desde la dirección del centro. Sólo la paciente ingresada en la habitación contigua pudo oír los gritos. Su relato indica que comenzaron. a las 0.40 horas, y que el enfermo de sida fue sacado del cuarto por personal sanitario a la 1.15, cuando ya se encontraba "envuelto en llamas" en la cama.

El malestar de Rosario también es debido a los comentarios sobre su hermano. "Que si Juan Manuel era violento y se autolesionaba, que si fumaba 40 cigarrillos diarios... comprendo que en Clínico quieran defenderse por lo ocurrido, pero han dicho mentiras sobre mi hermano".

Rosario y sus padres, ya ancianos, iban a visitar al enfermo a diario y conocieron la muerte de Juan Manuel esa misma noche. "Aquel día estaba bastante lúcido. A mi madre y a mí nos dijo que le apetecía pasar un par de días en casa, que pidiéramos permiso a los médicos".

Tras el incendio, el cuerpo, que el enfermo había llenado de tatuajes como recuerdo de su servicio durante dos años en el Sáhara, en la Legión, estaba quemado en más de un 80%. En el Instituto Anatómico Forense, según Rosario, un médico le dijo que Juan Manuel había tenido una muerte "espantosa". "Me explicó que en sus brazos se notaban desgarrones por la lucha que mantuvo para desatarse".

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