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Tribuna:Tahar Ben Jelloun es escritor marroquí, premio Goncourt de novela en 1987.
Tribuna
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Silencio, se mata

Tahar Ben Jelloun

"Silencio, se mata". Desde hace unas semanas, sólo los comunicados del Ministerio del Interior argelino informan a la opinión pública de lo que ocurre en el país. Dan una relación semanal de los muertos supuestamente islamistas, pero en lo que se refiere a las pérdidas en las filas militares y civiles, normalmente son ignoradas o minimizadas. La información en un único sentido. es una confesión de debilidad. Quizá haya sido para recordar, al mundo que las fuerzas islamistas siguen teniendo la iniciativa de la guerra por lo que se ha secuestrado un avión de Air France precisamente en Navidad, una fecha que coincide con el tercer aniversario de la victoria del Frente Islámico de Salvación (FIS) en aquellas elecciones legislativas que más tarde fueron anuladas por el poder.

Aun suponiendo que el comando que ha secuestrado el avión no hubiera actuado de acuerdo con los dirigentes del movimiento islamista, el secuestro prueba tres cosas: que el Gobierno argelino no logra garantizar la seguridad del país; que ha logrado implicar a Francia en el conflicto, y ha sido por la presión de París por lo que el jefe de Estado argelino ha dejado partir el avión a Marsella; y finalmente, por si acaso alguien lo hubiera olvidado, que la determinación de los combatientes islamistas es radical.

Con independencia del desenlace de este secuestro, el Gobierno argelino ha registrado una de sus grandes derrotas. Y la situación no es menos dramática para el pueblo argelino.

Cada día que pasa caen más por tierra las esperanzas de ese pueblo. Una manera de encontrarse con los muertos, arrojados por centenares en fosas comunes. Como si estuviera bajo el efecto de `una maldición, Argelia pierde su sangre, asesina su inteligencia y mata o deja que se masacre a las mujeres y a los niños. Según una información publicada el 22 de diciembre por el diario independiente Le Matin, del 7 de agosto de 1993 al 19 de noviembre de 1994 han sido asesinadas 211 mujeres. Doscientas once mujeres, entre las cuales había dieciocho videntes y echadoras de cartas cuyo crimen era prever el futuro.

A esa desgracia sin razón, a la muerte desprovista de sentido, sucede un nihilismo de nuevo tipo, el nihilismo de la repetición. De ese modo, la terrible violencia de los extremistas islámicos se ve respondida por la brutalidad sin límite del Gobierno argelino. Y el que paga es siempre el mismo: el pueblo. Está solo, Está abandonado como esos niños que tienen miedo de jugar en unos jardines que se han convertido en el escenario de los ajustes de cuentas entre dos bandas rivales. Se ha alejado a los testigos, obre todo a los observadores extranjeros, los periodistas y os militantes de los derechos humanos. Desde hace más de dos años, en los quioscos argelinos no se vende ningún pieriódico extranjero.

Más de seiscientas escuelas han sido parcialmente destruidas o incendiadas. Ciento setenta y ocho alcaldías han sido destruidas. Y algunos centros vitales del país han sido víctima de operaciones de sabotaje, lo que ha llevado consigo importantes cortes de gas y electricidad. Cuando los periodistas no son blanco de los islamistas, se ven amenazados de cierre o de procesos judiciales por el Gobierno.

Los unos reivindican sus acciones terroristas y hablan encantados en los medios de comunicación internacionales de "territorios liberados". Los otros responden con una gran violencia y, sobre todo, no quieren que se hable. Es posible que en el Ejército argelino. alguien se haya acordado de la forma como el Gobierno sirio eliminó fisicamente en 1983 a más de dos mil Hermanos Musulmanes reunidos en la pequeña ciudad de Hama: un bombardeo sistemático. Masacre casi. total. Felizmente, los supervivientes pudieron huir y dar testimonio de lo ocurrido. Sin ellos, el mundo no hubiera sabido jamás lo que pasó aquella famosa noche. Según la Falange libanesa, esa operación de liquidación se saldé con nueve mil muertos. Damasco no lo ha desmentido ni confirmado nunca.

Hoy, las fuerzas de represión de Argelia han optado por una solución radical. Se admite que en el montón haya víctimas inocentes. Es la ley de la guerra, una guerra que no es nombrada por su nombre. Y para llevar a cabo esa limpieza se ha ido instaurando poco a poco una puerta cerrada". Los argelinos que logran abandonar el país dan testimonio en la prensa internacional de lo que está sucediendo en su país. Los Gobiernos europeos observan un, prudente silencio. Los otros países magrebíes no se arriesgan a mezclarse en este drama.

En todo caso, nadie se aventura a reprochar al Gobierno argelino los métodos utilizados para luchar contra la guerrilla isla mista. Sólo Amnistía Internacional y las ligas de defensa de los derechos humanos han publicado textos de denuncia. La actitud de París en el caso del Airbus secuestrado prueba que Francia ya no confía en los dirigentes argelinos.

La séptima cumbre islámica, que tuvo lugar en Casa blanca del 13 al 15 de diciembre pasados, y que reunió a más de cuarenta jefes de Esta do o de Gobierno, apoyó a Argelia en su postura, puesto que condenó sin ninguna ambigüedad el fenómeno islamista y se comprometió a "abstenerse de apoyar a los elementos integristas que operen en terceros países". Ese llamamiento a la no injerencia y al respeto a la coexistencia pacífica era una respuesta conforme a las que .jas del régimen argelino, lo que permitió al ministro de Asuntos Exteriores hacer declaraciones a la prensa afirmando que Argelia está camino de arreglar su problema interno.

La lucha entre el Ejercito y los movimientos islamistas es total." Todas, las tentativas de diálogo han fracasado. Por el momento, no es posible. ver salida a esta crisis que dura ya mucho tiempo. El país ha estado dirigido siempre por los militares, no hay pues, tradición democrática, ni disponibilidad para una alternancia. Ganará el más fuerte, el más destructor.

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