Un investigador español proporciona nuevos datos sobre la relación entre cáncer y una proteína polémica
Una proteína cuyo papel en la génesis del cáncer estaba en entredicho ha demostrado, cuando es normal, una actividad clara como supresora de tumores, según un artículo publicado por el investigador español Manuel Serrano, del laboratorio estadounidense Cold Spring Harbor en la revista Science.
En la dificultosa tarea de establecer las bases moleculares del cáncer -los cambios genéticos que dan lugar a que las células proliferen sin control y crezcan los tumores-, los científicos tienen ya un puñado de proteínas candidatas a ser elementos clave. Los genes que las codifican, cuando están inactivos o mutados, hacen que estas proteínas no existan o no cumplan su función en el ciclo vital de la célula, como la de control de la proliferación celular.
Una de estas proteínas es la p16. Fue clonada en 1993 por el mismo equipo que ahora publica este nuevo trabajo y luego fue identificada en otros trabajos de diversos autores corno influyente en el 75% de los tumores, lo que causó gran interés en la comunidad científica. Estos últimos datos fueron contestados en los meses siguientes, ya que los trabajos de laboratorio no representaban la realidad en los tumores de pacientes.
Ahora, los datos más recientes indican que la pl6 es una de las proteínas importantes en el mecanismo del Cáncer, junto a la Ras y la p53, pero su influencia no está cuantificada todavía, indica el especialista Juan Carlos Lacal.
El artículo de Science está firmado, además de por Serrano, por su jefe de grupo, David Beach y por el también español Enrique Gómez-Lahoz, de la Facultad de Medicina Albert Einstein de Nueva York, entre otros. Presenta un ejemplo de una técnica elegante de microinyección celular, por la cual se induce, mediante la proteína oncogénica Ras, una proliferación sin control en células de ratas aún en ausencia de factores de crecimiento. Cuando se inyecta en este cultivo la proteína pl6 humana normal se bloquea este crecimiento descontrolado, de lo que se deduce que esta proteína, cuando funciona bien, es supresora de tumores, al inhibir de una enzima crítica para el cielo de vida celular. Con vistas a la terapia génica, señala Lacal, el gen que codifica esta proteína es uno de los candidatos a entrar en el juego de sustituir o modificar genes para evitar la aparición de tumores.
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