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BALONCESTO COPA DEL REY

Taugrés entra en el club de los 'grandes'

El equipo Vitoriano derrotó al Amway Zaragoza en una final apasionante

Luis Gómez

El Taugrés inauguró ayer su sala de trofeos. Ha dicho aquí estoy. Si resiste la hostilidad de los grandes que pretenden desarmarle (el Barcelona pide precio por Nicola y el Madrid busca una reconversión de urgencia a partir de Laso) tiene cuerda para residir en la élite al menos durante un lustro. Su primer título no ha tenido tapujos: apartó de su camino al Joventut y al Madrid y ejerció su condición de favorito ante el Zaragoza no sin las penurias de rigor. No ha sido su caso el del modesto que trabaja el factor sorpresa. Nadie se llevaba a engaño: su potencial está fuera de toda duda.La final había que ganarla y de eso sabe algo el Zaragoza, un club que ha hecho palmarés a fuerza de aprovechar oportunidades (ganó sus dos primeras finales de Copa) Y para ganarla, el Taugrés, como favorito, debía imponer su criterio, sin prisa pero con determinación. Su rival no tenía más remedio que actuar en las alcantarillas, disfrazado con sus harapos, haciendo valer su condición de equipo de ocasión por el estado de necesidad en que vive el club. Su estrategia tenía que ser necesariamente antiestética. De nada e valdría aceptar el cara a cara ante quien le superaba en los conceptos fundamentales de este juego.

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La solución, en el último minuto

La primera parte sirvió a los intereses del aspirante no sin la colaboración de la fortuna gracias a un triple de Turner en el último segundo y desde su propio campo (40-39 en el descanso). Pero el objetivo estaba cumplido. A base de cambios de defensa y un juego calculado, el Taugrés sintió los efectos del síndrome del favorito novato, una especie de sarampión que disminuye la capacidad de concentración, encoge la muñeca y hace brotar la falta de confianza. Hombres atrevidos nadaron en el exceso de precaución, desde Perasovic (5 tantos, pero sólo una canasta) hasta Nicola (4).

Con la artillería obturada, el partido se fue complicando para el favorito. Una y otra vez, los jugadores del Taugrés trataban de recuperar su comportamiento habitual y tomaban pequeñas diferencias que desaparecían minutos después. Ahí estaba el Zaragoza vivo, hurgando en jugadas de aparente intrascendencia (los rebotes en el tiro libre, por ejemplo) y sembrando de complicaciones el parqué. Para esta labor de fontanería contaba con la experiencia de Arcega, el ardor de hombres como Murcia y Zubizarreta y la capacidad para ejecutar alguna acción imprevisible del pequeño Tumer. Como quiera que Bannister decidió entrar en el partido, el Taugrés vivió sin alivio incluso donde no esperaba, en la zona de rebote.

Ese tira y afloja convirtió al Zaragoza en un serio aspirante. Su candidatura fue creciendo en tanto el Taugrés era incapaz de superar su síndrome, al tiempo que la final ganaba en emoción lo que perdía de buen baloncesto. Se había impuesto la estrategia de Julbe, que, en este aspecto, fue el gran triunfador de la Copa (y eso que Julbe se debatía cada noche en torno a una aparente renuncia a sus principios). Las dudas, los balones perdidos, la falta de tacto fueron parte de su actuación y los errores le condujeron a un final indeciso, en el que desapareció la superioridad de uno sobre otro.

A falta de un minuto, el Taugrés ganaba por dos tantos (80-78). No había dejado de estar por delante en ningún momento, pero en esas condiciones la igualdad era total. Laso estaba de espectador en el banquillo. Como Rivas y Nicola. Y en medio, Turner merodeando y Toolson con la bala en la recámara. El desenlace llegó, por lo menos, por un sendero ortodoxo. ¿Para qué quería el Taugrés a un croata? Pues para hacer lo que Perasovic hizo en ese minuto: anotar seis tiros libres con pulcritud y aprovechar una indecisión de Romay, que regaló un balón de oro a falta de 28 segundos. Perasovic hizo campeón al Taugrés y no fue una casualidad.

Dicen que el Taugrés es un equipo de provincias. Y a ellos no les molesta oírlo: Vitoria es una pequeña capital. Pero el Taugrés amenaza seriamente el eje Madrid-Barcelona.

A diferencia de otros proyectos, este club descansa sobre unas estructuras muy sólidas porque su progreso nace de una planificación y no del uso caprichoso del talonario. Fue una de las primeras sociedades anónimas del deporte español, antes incluso de que fuera promulgada la ley, y se comportó como una empresa privada desde que el ex sindicalista Querejeta tomara las riendas y la propiedad del club.

Adoptó algunos hábitos propios de los grandes. Es decir, actuó en el mercado con ambición. Apostó por estrellas jóvenes (ahí están los casos de Nicola y Laso) y emprendió una metódica tarea de nacionalizaciones (desde rescatar a Sibilio hasta hacerse con Rivas) a imagen y semejanza de lo que en su día hicieron el Madrid (desde Brabender y Luyk hasta Biriukov), el Barcelona (Sibilio y De la Cruz) y el propio Joventut (Mike Smith). Siempre ha usado extranjeros contrastados (Arlauckas, Bannister, o Perasovic) y se guía por un presupuesto razonable con tendencia al alza, razón por la que resiste la crisis sin vivir los desbarajustes de clubes como el Joventut, el Estudiantes o el propio Zaragoza. Ha estado un par de veces a las puertas de jugar la Liga Europea y de ser un pertinaz semifinalista ha pasado a ser un contumaz finalista. No es fácil encontrar progresos tan sólidos.

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